lunes, marzo 13, 2006

Desde Silicon Valley


Desde San Jose, centro neurálgico de Silicon Valley, Unai Urresti (un antiguo alumno del Global MBA de ESEUNE que hace ocho años, tras el periodo lectivo en Berkeley, decidió quedarse a trabajar en California), nos envía un interesantísimo artículo sobre los efectos de Internet y la Globalización: Las amenazas de Internet.

No es un secreto el hecho que Internet está facilitando la globalización y el arbitraje global de salarios. En Estados Unidos a pesar de que la productividad ha subido a niveles record el trabajador medio gana menos ahora que hace cinco años ajustada la inflación. Es la primera vez sucede esto en la historia.

Cada vez más economistas y políticos empiezan a “culpar” a Internet de este fenómeno: El movimiento de capitales, la cadena de suministros global y el “outsourcing” se han vuelto muy fáciles con Internet y la clase media empieza a sentir los efectos.

El tema es más serio de lo que parece. Al principio los políticos hablaban de la educación como antídoto. Los chinos y los indios harían los trabajos de poco valor añadido y los occidentales serían “los trabajadores del conocimiento”. La realidad es más complicada y aquí van unos ejemplos de muestra:

Una compañera de trabajo de Corea volvió a su tierra pero dice que va a volver a Estados Unidos en cuanto su hijo cumpla los tres años porque el sistema educativo allí es demasiado BRUTAL y no quiere que su hijo se traumatice de tanto estudiar. Me parece razonable su decisión porque al fin y al cabo un niño tiene que jugar también, pero ¿podemos competir contra las élites de SAMSUNG acostumbrados a ese ritmo de trabajo y estudio?

El Director ejecutivo de CISCO Tom Chambers dice que prefiere a dos ingenieros brillantes que a treinta mediocres (a los treinta mediocres los puede subcontratar en la India que trabajan enchufados a una conexión T1 de Internet). Cada vez más, las empresas punteras con fuertes gastos de I+D están llevando el Desarrollo (donde se necesitan más trabajadores) fuera de su país y mantienen la Investigación en la empresa donde solamente necesitan a los más brillantes y no a los treinta mediocres.

La empresa de componentes de automoción DANA acaba de hacer suspensión de pagos cuando no hace mucho salía todavía en los libros de Excelencia de Tom Peters. Cuando le preguntaron a un empresario de la automoción chino si podían competir con los fabricantes de componente de automoción estadounidenses contestó diciendo que teniendo en cuenta que ellos trabajaban 16 horas al día los siete días de la semana no veía por qué no.

Los americanos creían que eran unos genios porque habían descubierto que el verdadero valor estaba en controlar el marketing y el diseño y en subcontratar lo que no daba valor añadido como la fabricación. Ahora se empiezan a dar cuenta que los chinos ya saben el precio que tienen las zapatillas Nike en los escaparates de Manhattan y a lo mejor un día de estos contratan a los dos mejores diseñadores de zapatillas del mundo (puede que uno francés y el otro italiano), a Yao Ming y Messi, una agencia de publicidad y marketing puntera en Madison Avenue y lanzan una campaña descomunal aprovechando las Olimpiadas de Pekín y se llevan el negocio.

Clyde Prestovitz exconsejero de la secretaria de comercio de Estados Unidos acaba de escribir un libro que comienza diciendo como su hijo programador ha decidido crear una empresa de máquinas quita nieves porque eso es algo con el que los programadores Indios no van a poder competir.

Pongo todos estos ejemplos porque las recetas simples como más educación ya no sirven por si mismas. Estamos de acuerdo que la educación es clave y vital. La riqueza hoy en día se concentra en gran medida en la capacidad de crear conocimiento. IBM crea más patentes que 138 países del mundo juntos y eso puede ayudar a explicar porque el nivel de vida en Estados Unidos es mayor que el de Mozambique pero es cierto también que mientras IBM despedía a 40.000 trabajadores en Estados Unidos ha contratado a 35.000 en la India. Ni siquiera hay que despedir a los trabajadores para mantenerlos a raya. Solamente hay que matar a un mono para asustar a 100. Basta con amenazarlos con que se va a subcontratar el trabajo a Rumania. La conclusión es que es que los grandes directivos y grandes cerebros de muchas empresas como IBM, están ganando más que nunca, muchos trabajadores del tercer mundo se ven también beneficiados tremendamente gracias a Internet pero la clase media columna vertebral de los países occidentales ve que se queda atrás. El índice GINI de desigualdad entre ricos y pobres en los Estados Unidos sigue creciendo.

En Estados Unidos esta clase media sigue manteniendo su poder de compra gracias al alto nivel de endeudamiento (por primera vez desde la gran depresión el consumidor estadounidense tiene una tasa de ahorro negativa). Los sectores que están facilitando este endeudamiento basado en activos como banca o construcción también están ganando más que nunca. Cada vez más, la esperanza del trabajador medio americano no es tanto trabajar duro sino esperar a que su casa se revalorice para así refinanciar la hipoteca y así seguir con su ritmo de vida.

Muchos economistas y muchos trabajadores se empiezan a dar cuenta que este modelo no es sostenible. Alguno hasta comenta que sería una ironía cruel que ahora que creíamos definitivamente enterrado a Marx, resucitará de nuevo con su predicción de que el capitalismo se iba a colapsar cuando los trabajadores dejarán de tener el poder adquisitivo de comprar los productos que ellos mismo fabrican. Lo que da miedo es que si no se enfrentan los problemas que pueden generar Internet, las TIC y la globalización puede darse un movimiento de proteccionismo, antitecnología y hasta racismo en la clase media de los países desarrollados. Me parece que estos problemas no afectan solamente a Estados Unidos. Creo que afectan a todas las sociedades desarrolladas y más aún si cabe a las sociedades carentes de la capacidad para generar patentes y propiedad intelectual de Estados Unidos.

El historiador Niall Ferguson levanto una polvareda en círculos intelectuales con un artículo en el Foreign Affairs en el que comparaba la situación mundial actual con la de finales del siglo XIX que desencadeno en la primera guerra mundial y derivo a su vez en una segunda y un proteccionismo que duro unos cuantos años más.

A finales del siglo XIX se habían producido unos avances tecnológicos importantísimos, más aún que la Internet de nuestros tiempos. El telégrafo y las compañías navieras transoceánicas hacían que el comercio floreciera, los bienes y trabajadores se movían con gran velocidad en plena revolución industrial y sin embargo bajo esa aparente prosperidad se estaba gestando la primera guerra mundial.

Un movimiento bolchevique que quería destruir la sociedad para crear una nueva desde las cenizas (léase Al Qaeda), países desestabilizadores como Serbia que acabo matando al Archiduque de Austria (léase Israel, Irán, etc…), un país emergente como Alemania que no entendía porque tenía que estar supeditado y una Inglaterra empeñada en mantener su hegemonía a toda costa (léase China versus Estados Unidos) y unas alianzas inestables (léase OTAN, Union Europea) condujeron a dos guerras mundiales, proteccionismo económico y una ralentización de la innovación que duro 50 años.

Es conveniente que no nos durmamos en los laureles bajo esta aparente calma y baja volatilidad. Yo no tengo las solución sino ya sería premio Nóbel. A nivel individual sé que la clave está en la continua adaptación y aprendizaje. Tarea a tarea, trabajo a trabajo.

A nivel de país y siguiendo las tesis de Kenichi Ohmae, creo que la clave está en volcarse hacia fuera sin perder la identidad propia y enfocarse en el conocimiento o la propiedad intelectual como es el caso de los países nórdicos, Singapur o Silicon Valley. Eso o sino convertirse en nodo central de cierto sector como ha hecho Irlanda con los centros de contacto de servicio al cliente construyendo alrededor una industría de software; Nueva York o Londres con las finanzas o Dubai con los transportes, turismo y negocios del medio oriente.

Pero creo también que al final hay que buscar soluciones sistémicas para la gente que sin tener MBA y doctorados tiene unas ganas saludables de trabajar y ve que se está quedando atrás en la carrera.

Sospecho que los tiros van por reducir la desigualdad y buscar soluciones globales en vez de individuales donde haya menos guerras preventivas y más ganas integradoras entre otras muchas cosas pero solucionar eso le corresponde al futuro premio Nóbel o a los lectores de este blog. (Unai Urresti, San Jose, California)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Solamente se puede decir que sí.
Pero hay alguna variable más que añadir.
Como resultado de esa necesidad de innovación, de crear conocimiento,¿qué pasa con quienes se niegan a ver la realidad y estan en puestos directivos?
pienso que en las empresas españolas algo está cambiando. Más que en las empresas entre los empleados.
Todos nos vamos dando cuenta que cada vez hay más gente que puede (y quiere) realizar nuestro propio trabajo de forma más barata. Y la defensa ante esto, es la necesidad y la exigencia de más formación para diferenciarnos del resto.
Y aquí veo otra cuestión, cual es la calidad de esta formación que se da a los trabajadores en las empresas. Se rige mas por criterios economicistas que por reales de conocimiento. Aún tenemos que aprender a evolucionar en este sentido.
Además, el movimiento de inmigración masiva hacia europa por parte de personas con ganas y necesidad de trabajar va a ser otro elemento que va a resquebrajar aún más el modelo, comenzando por la parte de las ayudas sociales en su más sensible eslabón, cual es la sanidad. ¿Puede que esta situación sea la que ayude a prender las chispa para que exista una especie de revolución social en la que por fin, y en lugar de destruir/nos, avancemos un estadio más en el proceso evolutivo social y económico?
La verdad es que si miramos al pasado, tanto en los acontecimientos como en lo que los teóricos decían, el futuro no es excesivamente brillante, más bien todo lo contrario.

Lo veo un poco negro, y no por no poder tener una solución, sinó por la forma en que habitualmente nos conducimos.

Al tiempo

Jesús