lunes, enero 15, 2007

El iPhone y el Marketing Pasional

Hemos leído y oído mucho sobre el próximo lanzamiento del Apple iPhone. La verdad es que todavía no se muy bien si se trata de un teléfono móvil con muchas otras prestaciones,un iPod con video y Teléfono, o una PDA con teléfono y video…pero no importa. En este post no voy a hablar ni de sus prestaciones ni de sus características tecnológicas; ni tan siquiera de la movida con Cisco (que reclama derechos sobre la marca mientras algunos expertos en la materia indican que los perdió en 2006 por falta de uso); voy a hablar de algo que se me ocurre llamar “marketing pasional” (por si acaso he mirado en Google y no aparece nada bajo a ser término, así que como nadie ha escrito previamente sobre el concepto, podemos permitirnos el lujo de decir lo que nos de la gana).

Según el Diccionario de la RAE, “pasional” es relativo a la “pasión” es ésta se define como “inclinación o preferencia muy vivas de alguien”. Por eso no encuentro mejor calificativo para referirme a los miles de “fans” del iPod de Apple que, desde que hace unos días viera la luz, ansían exacerbadamente hacerse con una terminal del nuevo Gadget de los chicos de Steve Jobs.

Sabemos poquito sobre el caharro, pero por lo poquito que sabemos parece ser que el iPhone de 4 gigas va a salir al mercado en USA a 499 dólares (muy típico de los americanos lo del precio psicológico) pero eso si, ligado a un contrato exclusivo con la compañía Cingular. Y es aquí donde aparecen esos miles de forofos del fenómeno iPod que, casualidades del destino, tienen ya un contrato de telefonía a medio plazo con otros operadores. A muchos de ellos no les va a importar rascarse el bolsillo y pagar la cláusula de penalización derivada de la rescisión anticipada del contrato con su compañía telefónica. Otros usuarios “atrapados” por el contrato de un operador van a ser más afortunados; algunos de esos contratos permiten la transferencia del mismo a otro cliente evitando el pago de la cláusula. Ya estamos viendo en eBay a muchos usuarios que “subastan” su contrato preparándose para pasarse a Cingular en cuanto el iPhone esté en el mercado. Incluso podemos acceder a CellSwapper (http://www.cellswapper.com/ ) un curioso sitio de Internet donde los usuarios se intercambian entre si contratos telefónicos.

El fenómeno iPhone es el mejor ejemplo para ilustrar esa idea de “marketing pasional” (tras el “marketing relacional” y el “marketing emocional”). Porque todo parece indicar que nos encontramos ante un caso único en la historia de la telefonía móvil: un aparato puede hacer que miles de usuarios se cambien de compañía. Si tenemos en cuenta la “pasta” que se gastan en el mundo (o solo en España) los operadores para “arrebatar” a la competencia un cliente (ahora mismo en el País Vasco asistimos a la pelea a mamporro limpio entre Orange y Euskaltel por cada usuario) no sería de extrañar que Apple sacara tajada de ese “supervalor” que aporta su nuevo iPhone (en términos de clientes “apóstoles” como diría Guy Kawaski, el que fuel Director de Marketing de Apple cuando se lanzó el Mac en 1984) y pronto viéramos en España a un Movistar o un Vodafone que anuncien en exclusiva la comercialización del precioso aparato de Apple (capaz de desplazar masas de fans de un operador a otro).

Deduzco que sucederá algo parecido a lo que ha acontecido con el iPod. Que me perdonen los “forofos” del caharrito, pero al fin y al cabo no es más que un reproductor de MP3 mucho más caro que los demás (y con menores prestaciones) que, sin embargo, es el líder absoluto del mercado (“marketing pasional”) Si Apple es capaz de trasladar el efecto iPod al mercado de la telefonía móvil prepárense para ver por las calles, en las oficinas, en el metro…miles de usuarios con un iPhone colgado del cuello.

Si algo así se produce, los primeros que tienen que analizar el caso e intentar aprender la lección de “marketing pasional” son los fabricantes de aparatos móviles. Las ventas de aparatos “libres” son ridículas. La gente escoge el aparato que le ofrece (subvencionado) el operador a través de la oferta de captación o mediante el programa de puntos. El ritmo de ventas de aparatos viene marcado por los operadores porque los fabricantes no han sabido ganar la batalla del posicionamiento y la diferenciación. Ninguno ha sido capaz de lanzar el iPod de los móviles; ha tenido que venir Apple, una empresa con escasa experiencia en el mundo de la telefonía (salvo un fracaso anterior con Motorola) para conseguir crear un teléfono que “apasione” a los consumidores. No recuerdo ahora ningún aparato de Motorola, Ericson o Nokia que haya tenido tanta repercusión mediática el día de su lanzamiento. EL fundador de Apple, Steve Jobs, dijo en la presentación que iban a “reinventar la industria de la telefonía móvil”. Creo que no ha sido un farol.

Volvamos la vista a casa. ¿Quién se llevará el pato al agua? ¿Movistar? ¿Vodafone? ¿Aprovechará Orange la oportunidad para conseguir aumentar su pequeña cuota de mercado? ¿Aparecerá una nueva compañía en el panorama de la telefonía móvil en España que de la mano del iPhone desarrolle un nuevo segmento de mercado? ¿Y por qué no ver a Apple convertido en “operador móvil virtual” ahora que éstos comienzan a ponerse de moda?

Una vez más, las prestaciones, el diseño, la tecnología punta que nace de los laboratorios, etc. quedan desplazados por la pasión. Ries y Trout dijeron en uno de sus libros que la batalla del posicionamiento se gana (o se pierde) en la cabeza del cliente. Se equivocaron. Esa batalla se libra en el corazón.

viernes, enero 12, 2007

Más a gusto que en el trabajo en ningún sitio

He estado ojeando la Lista de las 100 Mejores Compañías para Trabajar en 2007 publicada por Fortune. Identifico en los primeros puestos empresas como la consultora Boston Consulting Group, la empresa de TIC Cisco Systems, Starbucks Coffee (con 110.000 empleados la más grande de las Top), etc. Otras “famosas” compañías se “pierden” poco a poco en puestos secundarios dentro de la lista: Yahoo (44), Microsoft (50), Procter & Gamble (68, Nike (69), Ikea (96). Pero son muchas más las “famosas” que ni tan siquiera aparecen en el privilegiado listado de Fortune (desde el punto de vista de sus empleados, claro).

En el Top 1, Google. La mejor empresa para trabajar según el instituto Great Place to Work de San Francisco que elabora su particular ranking en base a una encuesta de 57 preguntas realizada a 400 empleados de cada empresa, elegidos al azar (dos tercios de la clasificación se deciden mediante esta encuesta) y el tercio restante en las estimaciones de Fortune sobre beneficios y prestaciones que las compañía ofrecen a sus empleados, su cultura corporativa, etc.

Son muchas las lecciones que podemos aprender de Google, en todos los niveles: estrategia, marketing, tecnología, innovación. A todos ellos podemos añadir su particular punto de vista sobre las relaciones con las personas que trabajan en la compañía. Sus oficinas se parecen más a la residencia de un campus universitario que a una empresa. Recientemente un artículo en The New York Times nos contaba como era el ambiente en el nuevo edificio de Google en Nueva York: billares, comida gratis en cafeterías de diseño (realizadas por arquitectos y diseñadores de prestigio), redes sociales entre empleados. Y como colofón, la fiesta semanal “Gracias a Dios que casi es viernes” (que se celebra todos los jueves, claro). Las oficinas centrales de Google en Mountain View (en el norte de California) tampoco se quedan cortas. Hay once restaurantes (entre ellos el Café Pintxo inspirado en los bares de mi tierra) donde la comida es gratis (uno de los lemas de Larry Page es que ningún trabajador debería estar a más de 50 metros de una fuente de comida). En la oficina hay cinco médicos, las medicinas son gratis (los costes médicos en Estados Unidos son significativos) y los empleados no tienen límite de días de baja por enfermedad. El único “pero” podemos ponerlo en los masajes que los empleados pueden recibir en el horario de trabajo: cuestan 30 dólares.

Cuando un noogler (nuevo empleado en el idioma propio de la compañía) llega a la empresa recomendado por otro, éste recibe 2.000 dólares por la recomendación. Existen otras “pagas extra” de este pelo: a los empleados que se compran un coche ecológico les recompensan con 5.000 pavos.

La vida en Googleplex (como se denomina en su “idioma” al complejo de trabajo) es tan bonita que los empleados de Google son los más satisfechos de Estados Unidos con su empresa. No en vano, muchos de ellos pasan dentro de la empresa más de 12 horas diarias. ¡Normal! Más de uno se encontrará más a gusto tomando unos pintxos y jugando al billar con los compañeros de trabajo en la cafetería de la planta 17, o recibiendo un masaje, que en su propia casa.

Hace poco impartí una conferencia sobre innovación en una importante organización española (la mantengo en el anonimato por si acaso). A las 14:50 horas, cuando salgo y comienzo a bajar las escaleras, veo una cola de personas que me recordaba a mis hijos cuando salen del colegio. “¿Habrá alguna emergencia”, me pregunté. Para salir de duas pregunté “¿qué hace toda esta gente en fila esperando en la escalera?”; mi interlocutor me respondió con toda naturalidad: “esperando para fichar. Salimos a las 15:00 horas”. Diez minutos antes de las tres de la tarde media empresa está esperando en la escalera para fichar cuanto antes y salir de la empresa a toda pastilla. En las antípodas de Google. Que las personas se encuentren más a gusto en la empresa que en sus casas. Esa es la clave.

miércoles, enero 10, 2007

Inmigración e Innovación

Leo en la versión online del USA Today del 3 de Enero de este nuevo 2007 que los inmigrantes se encuentran detrás del 25% de las empresas tecnológicas creadas en los diez últimos años en Estados Unidos (Inmigrants behind 25% of tart-ups).

El artículo hace referencia a un estudio de la Universidad de Duke según el cual una de cada cuatro empresas tecnológicas creadas en Estados Unidos entre 1995 y 2005 (incluyendo la época del fenómeno puntocom) tenía entre sus fundadores, CEOs o Presidentes a un inmigrante.

Estas compañías dan trabajo en la actualidad a 450.000 personas y facturaron en 2005 la nada despreciable cantidad de 52.000 millones de dólares. Inmersos como estamos en varios países de occidente (España entre ellos) en un debate sobre la inmigración, este dato que ilustra la aportación de los inmigrantes a la generación de empleo y a la competitividad en Estados Unidos no debe ser ignorado.

Supongamos que hace diez años la política de inmigración estadounidense no hubiera sido tan estricta como ahora (muros fronterizos, denegación continua de visados, incremento de trámites burocráticos, petición de las huella dactilares de los pies –quien sabe si llegará- para entrar en el país….) y que el 25% de las personas que consiguieron su entrada en el país no lo hubieran logrado (o no hubieran querido intentarlo, como sucede en la actualidad a muchas personas que ven a la sociedad americana como poco “tolerante”) Algunas de las empresas que se crearon nunca habrían llegado a nacer (supongamos que el 25% de las creadas). Ello supondría 112.500 empleos menos; y 13.000 millones de dólares anuales menos de facturación. Si subimos hasta el 50% las cifras ascienden a 225.000 empleos y 26.000 millones de dólares.

Ya se que las restricciones de entrada en el país afectan sobre todo a mano de obra poco cualificada y que aplicar directamente la reducción de manera proporcional es un tanto engañoso, pero más allá de las desviaciones estadísticas, sea cual sea la cifra, ésta es relevante.

El estudio de Duke habla de USA en general. Si particularizamos y analizamos el caso de Silicon Valley, un estudio de University of California at Berkeley revela que el 52% de las empresas tecnológicas de la zona más innovadora del Planeta está fundada por inmigrantes (tienen al menos una persona no nacida en Estados Unidos entre sus fundadores o CEOs) En la foto vemos a David Filo y Jerry Yang, los creadores de Yahoo. Jerry nació el 6 de noviembre de 1968 en Taipei (Taiwan). A los diez años emigró a
San Jose, California con su madre Lily(su padre murió cuando Yerru tenía dos años) y su hermano pequeño Ken sabiendo una sola palabra en ingles: shoe.

Nunca había reflexionado sobre ello hasta ahora, pero los inmigrantes reúnen un requisito indispensable a la hora de innovar: el riesgo. El hecho de haber tenido que abandonar sus países y lanzarse a la aventura implica que tienen un “músculo del riesgo” menos “acomodado” que las personas que trabajamos a veinte minutos de nuestros hogares situados en la ciudad que en su día nos vio nacer.

Ponga un inmigrante en su equipo y estará más cerca de la innovación.