viernes, febrero 24, 2006

¿Quién me presta 10.000$?

En los comentarios al post sobre sexo online (Adolescentes, sexo e Internet) mencioné de pasada el concepto “hibridación” como herramienta de innovación.

Citaba los ejemplos del Smart (un coche pequeño como una moto), la C1 (una moto con techo como un coche), los estratélites (globos que suben a la estratosfera para tomar imágenes –infinitamente más económicos que los satélites-), las PDA, los móviles con cámara, los triciclos-sillita de niño, los hoteles con encanto (un híbrido entre tu casa y un hotel), las motos de agua, etc.

Un anónimo compañero de este blog me preguntaba si se podían “hibridar” profesionales; le respondía que por supuesto. ¿Recuerdan a Tamariz? Un híbrido entre mago y humorista; Arguiñano es un híbrido entre cocinero y showman (y businessman); el doctor Beltrán es un médico-presentador.

Una interesante “hibridación” que acabo de conocer es Prosper.com, una start-up de San Francisco mezcla de eBay y un banco. Se trata de un innovador modelo de negocio no exento de curiosidad: unos usuarios del sitio prestan dinero a otros que a su vez piden prestado. Los prestamistas y prestatarios se subastan y se consiguen, supuestamente, mejores tipos de interés. Personas normales se convierten en fuentes de crédito para otros usuarios gracias a esta nueva empresa.

Los prestatarios (que deben realizar una descripción de quiénes son, a qué se dedican y por qué necesitan el dinero –curiosas las historias humanas que aparecen) aguardan un máximo de dos semanas para que los prestamistas hagan sus ofertas.

Te animo a presentar tus híbridos favoritos.

¡Detengan al Jefe de Policía!


"I know a lot of people are concerned about Big Brother, but my response to that is, if you are not doing anything wrong, why should you worry about it?"

El fenómeno que ha dicho ésto es ni más ni menos el jefe de la policía de Houston, Harold Hurtt. Aquí puedes leer el artículo en el cual el amigo dice que quiere colocar cámaras en las calles, en los centros comerciales, en los complejos de apartamentos e incluso en las propias viviendas; dice que si no estamos haciendo nada malo, ¿por qué nos hemos de preocupar?

Pues hombre...algún motivo de preocupación ya me viene a la cabeza.

miércoles, febrero 22, 2006

¿Cuál fue tu primera máquina?



News.com ha preguntado a los principales ejecutivos del sector cuál fue su primera computadora.

Mi admirado Michael Dell se compró su primera máquina cuando contaba 15 años. Era un Apple II (por aquel entonces, 1980, una de las máquinas más populares de Estados Unidos). Eso si, en 1981 cambió a IBM porque vislumbraba el potencial de negocio de los PC´s. Craig Newmark, fundador de Craigslist.org, nos cuenta que su primer cacharro fue una vieja IBM 1620 con la que se enganchó tanto que llegó a descuidar peligrosamente sus estudios. Te invito a contar cual fue tu primer ordenador.

El mío fue un Sinclair QL. Fue el primer intento de Sir Clive Sinclair de introducirse en el negocio de las computadoras profesionales (en 1984) tras las experiencias con los ZX Spectrum a principios de los 80. Las siglas QL significaban el paso de Sinclair de los tradicionales procesadores Z80 (basados en procesadores 6808) a los 8049. No ha pasado a la historia como uno de los éxitos de Sinclair (como sucedió con el Spectrum) pero es recordado por muchos programadores que iniciaron su pasión programando con el sistema operativo QDOS. El bicho era veloz (7,5 Mhz gracias al Motorola MC68008); tenía 128KB de RAM expandible a 640KB y 896KB; y lo que con mayor gracia recuerdo: el almacenamiento de datos se realizaba en unos minicartuchos de 100KB de capacidad (tenía dos). La verdad es que era un cacharro demasiado aburrido para un chaval de 16 años. Por eso, lo devolví (el vendedor me dejo probarlo durante un mes) y un año después, me compré un SONY MSX (la primera máquina que me ha enganchado). Un ordenador de 8 bits de SONY que buscaba un formato estándar para hacer compatibles los juegos. El catálogo de juegos para MSX llegó a ser muy extenso y, más allá de los juegos en cintas de casete (que tardaban hasta 30 minutos en cargarse) la maravilla del SONY MSX era la ranura para juegos en cartucho (recuerdo el tenis de Konami con especial cariño) aunque su precio era prohibitivo (5.000 ptas de la época, es decir, 30€). Los juegos eran coloridos, divertidos, bien desarrollados….pero el sistema no cuajó (como sucedería con el video Betamax o los Minidisc). Los principales desarrolladores de juegos era norteamericanos y allí el Spectrum era el Rey. Luego llegarían los Atari ST y el Amiga 500 (16 bits) y poco a poco los MSX comenzaron a pasar a la historia.

En 1986 comencé mi carrera y el MSX solo me servía para jugar. Así que me compré un Amstrad PCW 8512. Guardo un cariño especial de esta máquina porque me acompañó durante toda mi carrera. En realidad era un punto intermedio entre un ordenador y una máquina de escribir. El Amstrad PCW venía con monitor (de fósforo verde), procesador de textos e impresora y su precio era un poco mayor que una máquina de escribir electrónica. Hay que tener en cuenta que en ese momento un sistema de tratamiento de textos (Wang, Xerox, IBM, Olivetti...) costaba unos 10.000 dólares. El procesador era un Z80 (10 veces más económico que un Intel 80286) 256 Kb ampliables a 512 Kb y tenía dos disqueteras de 3 pulgadas (incompatibles con las de 5,25 o las de 3,5. Sin o hubiera sido por él, mis calificaciones en la Universidad habrían sido más bajas (en algunos casos la calidad de presentación seguro que compensaron la deficiencia de contenidos).

Cuando finalizaba mi carrera, en 1991, me compré mi primer PC: un Amstrad PC 2086 (aunque durante años seguí utilizando mi PCW). Era un PC del tipo XT con un disco duro de 20Mb, monitor en color y lo más importante: MSDOS y una cosa nueva llamada Windows. Desde entonces (han pasado 15 años) no he pasado más de dos semanas seguidas sin acariciar el teclado de un PC o mover un ratón.

¿Un 747 o un gallinero?


Mis amigos dicen que me estoy haciendo mayor. Sea cierto o no, cada día me resulta más pesado realizar vuelos transoceánicos en clase turista. Yo les digo que todavía no estoy mayor, porque se así fuera, tendría el dinero suficiente para pagarme un billete en clase business.

El caso es que, por culpa de las TIC en este caso (los sistemas informáticos de optimización de procesos de ventas de billetes) y de la integración tanto vertical (con agencias de viajes, etc.) como horizontal (alianzas entre aerolíneas) del sector, resulta casi imposible realizar un vuelo transoceánico con la cabina medio vacía. Con un poco de suerte encuentras una butaca libre (correspondiente a algún pasajero al que han dejado colgado en alguna conexión). Además, el incremento de los costes del petróleo hace que las aerolíneas aprovechen al máximo la capacidad de sus aeronaves; la distancia entre las butacas se ha ido acortando hasta tal extremo, que un vuelo de larga distancia es todo un desafío para la imaginación en busca de nuevos espacios para poder estirar una pierna o alargar un brazo; abrir la tapa de la bandejita del pollo o untar la mantequilla en el pan sin tirar nada al suelo o sin dar un codazo al vecino es todo un desafío; pasear por la cabina de clase turista es casi tan complejo para un pasajero como estirar las piernas y respirar aire fresco para un preso de Guantánamo.

La clase turista es un gallinero. Mientras tanto, las líneas aéreas dicen que se trata de un mercado muy saturado; la homogeneidad de la oferta es tal que resulta casi imposible percibir las diferencias entre Iberia y Air France; entre Lufthansa y British; entre Alitalia y KLM; y, con una oferta homogénea, las aerolíneas intentan arrebatarse clientes unas a otras con un único argumento: el precio. Como los servicios de una y otra se parecen como dos gotas de agua, los clientes entran en Expedia, Rumbo o eDreams y seleccionan la aerolínea que aparece en primer lugar con el precio más bajo. Y esa presión sobre el precio reduce peligrosamente los ya de por sí estrechos márgenes. Es lo que denomino competición destructiva; una forma de competir en la cual la creatividad brilla por su ausencia, las empresas se copian unas a otras, la oferta es homogénea, el mercado no crece y las ganancias de uno son a costa de los demás.

¿Existe una solución? Por supuesto. Competir no cosiste en correr la misma carrera más rápido que los demás, sino decidir correr una carrera diferente. Innovar.

He encontrado una empresa que ha decidido seguir ese camino. Se han dado cuenta de que existen muchos clientes como yo; personas que viajamos en turista porque no tenemos capacidad de pagar un billete de business, pero que estamos hasta el gorro de ir en los gallineros en los que se han convertido las cabinas de turista de las aerolíneas. Somos personas que estamos dispuestas a pagar algo más que un billete de turista, pero menos que un billete de business, en vuelos de larga distancia. En definitiva somos clientes subservidos (undershot): aquellos que están dispuestos a pagar más por una propuesta mejor; lo que reciben es inferior a lo que estarían dispuestos a recibir a cambio, por supuesto, de un precio superior EosAirlines ha creado un concepto de vuelo en el que todas las plazas son de business. En una aeronave en la que entrarían 200 butacas de turista ubican solo 50 tipo business para poder mimar mejor a los clientes. Han descubierto que había un público subservido que esperaba que alguien les tratara mejor y han inventado un mercado en el cual de momento no tienen competencia directa.

Pero no solo los clientes subservidos (undershot) pueden servir de inspiración para la innovación. La antítesis de EosAirlines la forman Easyjet, Ryanair, etc; las aerolíneas de bajo coste. Han surgido identificando clientes sobreservidos (overshot), que son aquellos que reciben más de lo que quieren y no están dispuestos a pagar tanto. Para ellos se crearon las aerolíneas de bajo precio (las aerolíneas convencionales estaban sobresirviendo a mucha gente) o los hoteles de bajo precio como easyHotel : un lugar pequeño, sencillo pero confortable donde dormir sin pagar por elementos tangibles o intangibles innecesarios para quién prefiere obviarlos y obtener un mejor precio.

Si quieres profundizar en la materia te recomiendo el libro Seeing what’s next: Using Theories of Innovation to Predict Industry Change, de Christensen et al (Harvard Business School Press , 2004) en el que se detallan algunas ideas interesantes sobre la materia que comenta Alfons Cornellá en Infonomía.

martes, febrero 21, 2006

¡Que me pongan un chip!


Acabo de leer que una empresa de vídeovigilancia de Cincinnati (Ohio) ha empezado a utilizar chips implantados en el cuerpo humanos para controlar el acceso de su personal a las zonas de seguridad restringidas de la compañía.

La emppresa es Citywatcher.com La polémica está servida. Multitud de voces críticas ya han puesto el grito en el cielo contra lo que consideran un nuevo paso en la invasión de la intimidad de los trabajadores.

Algunos se atreven a afirmar que es el fin de la privacidad. Y, entre tantas voces críticas, surge mi opinión: ¡que me pongan un chip!

Verdaderamente lo necesito. Soy incapaz de recordar todas las claves de acceso a los diferentes sitios web que utilizo cada jornada (mi blog, la plataforma de e-learning, la agencia de viajes, las diferentes líneas aéreas, la banca electrónica, las webs a las que estoy suscrito….); el otro día a mi teléfono móvil se le ocurrió pedirme el PIN: ni idea (y hasta que no se lo de se niega a trabajar); en más de una ocasión me he quedado sin dinero, he sido incapaz de recordar el PIN del cajero automático y he visto que éste se tragaba mi tarjeta (y explícaselo al tío del bar al que le tengo que pagar los dos euros del café); me vuelvo loco con las claves de las alarmas, con las contraseñas de las diferentes cuentas de correo electrónico; y, a pesar de todas mis desdichas, mi principal talón de Aquiles son las puñeteras llaves: las del coche, las de casa, las de la oficina; no solo odio llevar llaves encima (por su peso, su molesta forma, su tamaño, su ruido…) sino que además en muchas ocasiones no recuerdo dónde demonios las he dejado.

Sin duda necesito algo que me identifique unívocamente frente al resto de especímenes de la humanidad, ya sea un chip, un sistema de reconocimiento de rasgos faciales (face recognition) como el de Viisage o A4Vision, un sistema de reconocimiento de orejas (dicen los expertos que no hay dos iguales en el planeta), un sistema de reconocimiento de voz, de las venas de la parte superior de la mano (TechSphere) del iris de los ojos, de nuestro olor corporal (eSense) o un chip en mi cuerpo (VeriChip)

El modelo de chip utilizado por la empresa de vídeovigilancia americana Citywacher es de silicona y tiene el tamaño de un grano de arroz. Se coloca dentro de la piel y funciona como una tarjeta de acceso a las áreas protegidas de la empresa. Por supuesto, la implantación ha sido voluntaria, y se está revelando como una medida de seguridad muy eficaz. Según sus promotores, un área en el cual estos chip tienen mucho que aportar es la medicina: facilitará a hospitales, médicos y pacientes mejorar la asistencia y evitará errores, con información precisa sobre cada paciente y su condición sanitaria.

Existen muchas voces críticas, como la de una organización de Palo Alto, en California, llamada Profesionales de la tecnología por la responsabilidad social. Según ellos la sola idea de llevar algo implantado en el cuerpo, que no se puede apagar, supone una invasión total de la intimidad.

¿Intimidad? ¿Privacidad? ¿Existen? En la era de las TIC nuestro rastro digital es seguido por miles de sistemas; desde nuestra navegación por Internet (cuándo, desde donde, qué sitios vistamos, que páginas vemos, que mensajes enviamos) hasta nuestros movimientos bancarios (el banco sabe mis ingresos y mis gastos con detalle; cuanto pago de luz, de agua, de gas, el colegio de mis niños, mis créditos); no te cuento nada de los pagos que realizo con tarjeta de crédito (el lugar, el día, la hora, el importe, el concepto de todas mis compras: supermercado, restaurantes, viajes, regalos….); nuestra imagen es captada cada día por decenas de videocámaras (tráfico, seguridad en nuestra oficinas, cajeros automáticos, bancos, cuando nos detenemos delante de un comercio…); hacienda tiene registradas nuestras operaciones; y, sin necesidad de mencionar los satélites espía (o sistemas como el futuro Galileo), cualquiera es capaz de localizarnos a través de nuestro teléfono móvil gracias a la tecnología de celdas mediante las cual estos aparatos trabajan.

De manera que un chip en mi cuerpo no creo que haga mi vida menos privada; pero seguro la hace más cómoda. ¡Que me pongan un chip!

viernes, febrero 17, 2006

Adolescentes, sexo e Internet


¡La que se está liando con eso del sexo seguro! Al parecer los estudiantes canadienses hacen caso a sus profesores. Éstos hacen apología del sexo seguro y los aplicados chavales siguen a rajatabla los consejos de sus decentes docentes. Una encuesta realizada por CampusKiss.com a casi 3.000 estudiantes canadienses de 150 instituto revela que el 87% de los jóvenes practica sexo virtual a través del Messenger, webcams o teléfonos móviles. Los realizadores del estudio dicen que “se han quedado de piedra” al conocer el dato. Analicemos su reacción.

Esa expresión nos incida dos cosas: la primera, que los organizadores de la encuesta no han tenido relaciones sexuales virtuales nunca (de lo contrario no se expresarían con tanta contundencia); la segunda, que no se han parado a pensar el cambio de usos, hábitos y costumbres que Internet y las TIC nos han traído.

Vamos a ver: si utilizamos Internet y nuestro ordenador para trabajar, para investigar, para estudiar, para enseñar (yo mismo tengo decenas de alumnos en el MBA online de ESEUNE), para hacer las compras, para informarnos, para estar en contacto con nuestros amigos, para buscar donde pasar nuestra vacaciones, para buscar pareja, para invertir en bolsa…¿Por qué puede extrañar a alguien que se utilice para practicar sexo? Si nos damos cuenta, hay gente que “se queda de piedra” cuando alguien les dice que están estudiando un MBA online, cuando hay decenas de miles de alumnos que estudian su master por Internet. Luego el sexo virtual, aunque alguno les llame la atención, es algo más normal de lo que puede parecer a simple vista.

De todas formas, en punto de vista de una persona como yo, de treintaytantos, es diferente al de un joven de quince, dieciséis o diecisiete años. Si nos ponemos en su lugar, el sexo virtual nos parecerá algo bastante normal. Estos chavales han crecido rodeados de tecnología. Cuando nacieron había un PC en sus casas. Utilizan Internet desde los cinco años, ya sea para estudiar, para jugar, para relacionarse con sus amigos. Para ellos el sexo virtual es una evolución lógico-biológica. De la misma forma que han aprendido de forma natural a estudiar online, a relacionarse online, a jugar online…el sexo a través de un teclado, un ratón y un monitor TFT es a estos chavales lo que el asiento de atrás de un Ford Fiesta a nuestra generación: algo normal. Usar Internet forma parte de ellos y de sus vidas, por lo que tiene sentido que sus experiencias online se extiendan a otros aspectos de sus vidas, incluyendo las prácticas sexuales.

De todas formas, para que nadie interprete que estoy haciendo una apología del sexo virtual, finalizo recomendando a los estudiantes canadienses que de vez en cuando apaguen el PC y prueben a tirarse con otra persona en el asiento trasero de su coche (además, con los coches tan grandes que se gastan en Norteamérica, podríamos estar ante un negligente desaprovechamiento de recursos)

El futuro es pequeño y conectado


Lo mejor que le ha pasado a Barcelona desde los Juegos Olímpicos. Así han definido algunos al congreso de telefonía móvil 3GSM. El bombardeo mediático al cual hemos estado sometidos estos días me anima a realizar algunas reflexiones.

Dos palabras que reflejan dos deseos: miniaturización y conectividad. Recuerdo cuando viajaba por el mundo con mi portátil de tropecientos kilos sin poder conectarlo a nada. O cuando en 1996 en un viaje a Bruselas unos alumnos se quedaron flipados cuando vieron que desde el autobús estaba conectado a Internet bajándome el correo gracias a un viejo Nokia (Casi tan grande como el laptop) enchufado a una PCMCIA. En solo diez años hemos pasado de aquello a la Blackberry 8700 o a las PDA con wifi. Pero aún nos queda mucho por avanzar en esos dos frentes: miniaturización (equipos más pequeños y portables con todas las funciones) y conectividad.

Hoy ya podemos irnos de vacaciones llevando en nuestro bolsillo, en un mismo aparato, un teléfono, un ordenador, un GPS, una cámara de fotos, una cámara de vídeo, un reproductor de música MP3, un reproductor de películas, una televisión y una videoconsola. Eso es miniaturización. ¡Ojalá la conectividad evolucione tanto! Nos hablan de 3G, de redes WiFi, Wimax…pero la realidad es que hoy en día seguimos teniendo muchos problemas para conectarnos con banda ancha desde muchos lugares.

En el 3GSM se ha hablado mucho de televisión en el móvil. A modo de reflexión personal: me parece muy primitivo. Me recuerda a una anécdota que comento en uno de mis libros. Cuando apareció la televisión, colocaban una cámara en la tercera fila de un teatro y transmitían la función; años después se dieron cuenta de que la televisión permite otras funcionalidades (zoom in, zoom out, primeros planos, travelings…) y las obras de teatro comenzaron a adaptarse al medio (y no a la inversa); surgen así las teleseries, los intermedios para anuncios manteniendo en vilo al espectador, etc.

Vamos a ver; ¿Quién se va a ver una película de 110 minutos en un móvil? ¿Y tragarse un telediario de Matías Prats? El futuro no es la televisión de hoy por el móvil (el teatro por televisión) sino programas, canales, pensados especialmente para el medio (como en su día las teleseries); informativos en plan flash; películas de 45 minutos (lo que dura un viaje en tren de cercanías o la espera en un aeropuerto), etc. ¡¡¡Innovadores!!! ¡¡¡Aquí hay todo un negocio por explotar!!!

Además, el presidente de Microsoft, Steve Ballmer ha confirmado en el congreso 3GSM que la multinacional lanzará el primer teléfono móvil con receptor de televisión para Europa gracias a una alianza con BT y la compañía de móviles virtuales Virgin Mobile. Estando Richard Branson por medio, seguro que ha pensado en el negocio. ¿Dónde esta el negocio? Yo no lo veo en la venta de aparatos (¿Y tú?) sino en el contenido. En el entretenimiento y la información. Ahí está el dinero. En el soft, no en el hard.

En resumen, cuatro ideas para el futuro (cuatro inspiraciones para innovadores): miniaturización, conectividad, entretenimiento e información.

jueves, febrero 16, 2006

Inteligencia artificial en busca de parejas perfectas



El martes pasado (14 de febrero), día de San Valentín, me llamó la atención una de esas muchas noticias que en otras circunstancias hubiera pasado desapercibida: en el último año, el número de españoles que acuden a Internet en busca de pareja se ha incrementado un 83%, pasando de 1,4 millones a 2,6 millones según recogía la agencia EFE en base a un estudio de Nielsen/Netratings.

Las circunstancia que hizo que la noticia captara mi atención era que acaba de terminar de leer un libro de Lincoln Child (esta vez en solitario, sin Douglas Preston, en una novela cuyo planteamiento es interesante, promete a medida que avanzas, pero que poco a poco va perdiendo potencia y cuya parte final es decepcionante) “Armonía Letal”. El argumento se centra en una agencia matrimonial que utiliza una sofisticada inteligencia artificial para encontrar a cada persona la pareja perfecta: EDEN. Un potente sistema informático (LISA) analiza millones de datos de cada persona y los cruza con los potenciales candidatos, dando como resultado dos cosas: parejas felices; y una empresa que gana cientos de millones de dólares. La inteligencia artificial es capaz incluso de encontrar “superparejas” con un 100% de compatibilidad y complementariedad.

Las actuales empresas de “ligues online”, búsqueda de parejas, etc. son básicas y primarias, pero a buen seguro, en los próximos años, evolucionaran gracias al potencial de las tecnologías de la información y, quién sabe, a lo mejor dentro de algunas décadas utilizar las TIC para encontrar pareja viene a ser al siglo XXI lo que el “estudias o trabajas” en la barra de un bar al siglo XX. Más cerca de Isaac Asimov que de Forges.

Volviendo a la noticia: 2,6 millones de españoles buscan pareja en Internet y el trimestre pasado visitaron 532 millones de páginas de portales de encuentros ¡Alucinante! Me sorprende el dato. Voy a la página de INE y busco. Españoles entre 25 y 55 años somos 15 millones (no es que los de menos 25 años no busquen pareja…pero deduzco que estarán menos necesitados y tendrán más oportunidades por los canales convencionales; en el caso de los mayores de 55, el uso de Internet es porcentualmente tan pequeño que no creo que conformen una gran parte de esos 2,6 millones de usuarios).

Total, que vuelvo a la web del INE y busco número de personas entre 25 y 55 años casadas; resultado, 11.404.000. O sea, que si entre 25 y 55 años somos unos 15 millones de personas; de los cuáles 11 millones y medio estamos casados; nos encontramos con 3,5 millones de españoles sin pareja ¡de los cuáles 2,6 millones buscan pareja por Internet! Si añadimos al cocktail que el 64% de los usuarios de esos sites son hombres, las conclusiones solo pueden ser dos: o casi todos los solteros españoles buscan su pareja por Internet; o más de un casado está buscando otra pareja a través de las nuevas tecnologías.

Demasiadas “parejas imperfectas”; necesitamos el potencia de las TIC y la inteligencia artificial (Lisa) para conseguir, como Edén, “parejas perfectas”. Última conclusión extraída del dato: auguro un gran futuro para negocios como Edén.

¡Bienvenido Evolucionario!


Este Blog ha sido creado por profesores y alumnos de la Escuela de Negocios ESEUNE para dialogar sobre Innovación, Nuevas Tecnologías, Comercio Electrónico, Negocios Electrónicos, Gestión del Conocimiento...En definitiva, sobre la evolución (¿ó debiéramos decir revolución?) de las organziaciones.

Hace un par de años, dos profesores (Ángel Arbonies y Enrique de la Rica) publicamos "De la Empresa Jurásica a la Empresa e-volucionada". En él decíamos que es hora de pasar página. Los enemigos de Internet, los apocalípticos digitales y los inquisidores de las empresas puntocom están ahora frotándose las manos. La masa repite sus consignas: la nueva economía no existe, Internet es solo una commodity, las TIC no aportan ventajas competitivas y todo fue una burbuja. Pero nosotros estamos convencidos de que hemos pasado un punto de no retorno donde el sistema de relaciones y la forma de las relaciones entre las personas de las organizaciones ha cambiado.

No es que nos guste navegar contra corriente. Lo que sucede es que llevamos muchos años navegando por este río, tiempo suficiente para haber visto a muchos maniobrar sus embarcaciones con giros y vaivenes, proa arriba otrora, proa abajo después. Los que nos conocen y han leído nuestros libros no se sorprenderán de nuestras afirmaciones. Siempre hemos estado ahí, con el rumbo hacia nuestras ideas, manteniendo firme el timón, a pesar de las circunstancias, sabedores de que algún día la corriente cambiará y muchos entonces habrán de remontar de nuevo desde donde fueron arrastrados por la corriente.

El mundo ha cambiado. ¿Y las empresas? Vivimos en la era digital. Hemos inaugurado el siglo de las ciencias de la vida. No puede ser que el mundo de las organizaciones empresariales permanezca inalterado. Creemos que ha llegado el momento en el cual las organizaciones empresariales deben despojarse de los ropajes de la empresa heredada de la revolución industrial y construirse un vestido acorde a los tiempos. El avance de la capacidad de computación y el desarrollo de las ciencias de la vida han ido parejos como una co-evolución necesaria. Los transistores dieron lugar a los chips de silicio; ahora entramos en la superconductividad; y la alta capacidad de programación y cálculo nos permite lidiar con sistemas complejos. La física cuántica y del estado sólido son igualmente protagonistas en este desarrollo donde todos estos avances sugieren esquemas alternativos a la evolución lineal de las especies.

Si las ciencias sociales son parte, causa o consecuencia de la sustitución del paradigma newtoniano por otro biológico y complejo, esto debería afectar a la forma de organizarnos. Las empresas no pueden quedarse como el último reducto de relaciones periclitadas, de lugares donde la creatividad está constreñida y las relaciones jerárquicas tienen tintes predemocráticos. Las organizaciones deben evolucionar y crear formas organizativas que respondan a este modelo mental, mientras utilizan de forma inteligente las posibilidades que brinda la tecnología.

Esperemos que los directivos de empresas tengan el coraje suficiente para romper los moldes de la empresa mecánica y manejen la empresa como una evolución, sin cerrar el proceso con una solución, sino simplemente aceptando que la organización es el fin, no el medio.