viernes, diciembre 22, 2006

Papá, de mayor quiero ser innovador

El otro día me preguntaron en una conferencia ("topicazo" aplicado en este caso a la innovación en este caso) si el innovador "nace" o "se hace".

Justo ese día acababa de leer un artículo de la Harvard Business Review (noviembre 2006, pag.73) de la profesora Rosabeth Moss Kanter que decía que, cada cierto tiempo, coincidiendo con la llegada de una nueva “generación de directivos” (cada seis años, según Moss Kanter) surge de nuevo con fuerza la moda de la innovación: en los 70 y principios de los 80 se trataba de la miniaturización y socialización de la tecnología (los Mac de Apple y los PC de IBM; el Walkman de SONY); a finales de los 80 nacen los productos globales (como la Sensor de Gillette, lanzada de forma simultánea a nivel mundial); en los 90 las empresas de Internet; etc. Cada nuevo ciclo, nuevas ideas, pero también viejos errores. Y uno de esos errores repetitivos hace referencia a las habilidades de los innovadores. Muchas empresas siguen pensando que los técnicos (las personas con conocimientos muy específicos) han de liderar la innovación (máxime en el ciclo actual, en el cual la innovación viene asociada a conceptos como las TIC, la biotecnología, la nanotecnología…). Pero la experiencia demuestra que el conocimiento científico no es suficiente para hacer prosperar la innovación. Sin duda, no sirve cualquiera para estos menesteres.

El innovador tiene que nacer con una serie de características personales pero las más relevantes se van a ir modelando durante su educación (en los primeros años de vida, no a los 30 "tacos" en una Escuela de Negocios). De manera que no creo que se pueda “hacer” a alguien innovador si no reúne unas características básicas (sin embargo, si se puede “entrenar” y “perfeccionar” al que tenga “madera” de innovador potenciando estas actitudes).

Observando a un niño podemos concluir si el día de mañana será (o no será) un innovador. Vamos por partes:

En primer lugar, si es un niño curioso, abierto a la exploración de nuevas posibilidades, que disfruta más buscando que cuando ha encontrado, ya reúne la primera característica. El innovador es una persona curiosa (la curiosidad es la madre de la ciencia) abierta a la exploración de nuevas posibilidades.

Si es un niño que se conforma con lo que le dan, con lo que le dicen…mal rollo. El innovador es inconformista, insatisfecho con la situación actual.

Si es un niño pelín rebelde (desafía y cuestiona la autoridad, la rutina y los paradigmas preestablecidos) el chaval promete. Si no cuestiona las normas y no desafía la autoridad, probablemente sea un cielo de niño y nunca tendremos con él problemas en el colegio, pero casi seguro que no creará el Google del 2020.

Si es un niño “segurola” y prudente, pierde puntos. El innovador asume riesgos (no se acomoda en la “zona de tranquilidad”) y no teme al fracaso. Y el músculo del riesgo se desarrolla desde niños. Si los padres tienen a su criatura “sobreprotegida”, en “palmitos”, todo el día bajo la atenta mirada de dos pares de ojos, el chaval no sabrá lo que es el riesgo hasta que a los 25 años sin que sus padres se enteren se pire con los colegas a hacer puenting. Si su hijo es el primero en subirse a un árbol o en lanzarse con la moto de plástico por una rampa, el chaval apunta maneras.

Si nuestro hijo sueña despierto y nos cuenta batallitas que parecen una mezcla entre El Quijote, la Biblia y el Señor de los Anillos, promete. El innovador es un visionario; una persona altamente imaginativa que orienta sus sueños hacia el futuro. Viendo al niño jugar con el Lego nos podemos hacer una idea: si siempre construye una casa perfecta, tenemos a un arquitecto en potencia pero no creo que sea innovador. Si construye un modelo mezcla de Mariscal y Chillida y nos dice que se trata de "cochecóptero", tal vez vaya por el buen camino. El innovador es un soñador que construye escenarios que otros no imaginan y para quien los imposible es, simplemente, algo más difícil que lo posible. Imagina combinaciones imposibles, hibridaciones complejas. No se conforma con la primera idea correcta y le encanta el caos.

Si el primer día que intenta andar en bicicleta abandona a la primera gota de sangre que aparece en sus rodillas, mal asunto. El innovador ha de ser muy resistente: si acontecen decepciones se sobrepone fácilmente; aprende de los errores y enseguida está dispuesto a intentarlo de nuevo (es perseverante).

Si el niño no tiene ni gracia ni sentido del humor, a lo mejor llega a ser cirujano cardiovascular, registrador de la propiedad o astronauta. Pero para ser innovador ha de ser un poco cachondo: ríe, entretiene, divierte, hace el payaso, cuenta chistes en clase (chupa pasillo por ello) y aprecia las incongruencias y sorpresas.

El innovador requiere grandes dosis de auto-motivación y se auto recompensa internamente por los esfuerzos cuando en lugar de éxito se atesoran fracasos (ya que, si él no lo hace, nadie lo hará). Ha de tener vida interior.

Si el chaval solo disfruta cuando juega en solitario, mal asunto. Si se aburre como una ostra cuando está solo, también mal rollo. El innovador presenta un equilibrio entre individualismo y espíritu colaborativo, recurriendo al apoyo organizacional cuando es preciso y batallando en solitario cuando nadie le ayuda. Ha de disfrutar en solitario y en equipo.

Si el niño no es flexible y no tiene alta capacidad para adaptarse a las situaciones cambiantes, tiene menos posibilidades de llegar a ser innovador.

Si el niño presenta un equilibrio entre el pensamiento analítico y el intuitivo (confía en su instinto pero siempre usa la cabeza) va por el buen camino.



Si disfruta aprendiendo (es una persona ávida de nuevas experiencias, siempre en busca de nuevos conocimientos) y además le encanta compartir lo que aprende, el chaval apunta maneras.

Si se enrolla como una persiana y a los seis años maneja más circunloquios que un portavoz parlamentario, mala señal. Si es capaz de expresarse con claridad, aún cuando tiene que explicar las cosas más complejas, buen síntoma. El innovador tiene que tener habilidades comunicativas que le permitan traducir con facilidad conceptos abstractos y complejos en ideas sencillas con significado.