miércoles, febrero 07, 2007

Conciliación e Innovación

Uno de los cambios más notables que se han producido en los últimos tiempos en la gestión empresarial es el relativo al papel de las personas en una organización. A comienzos del siglo XX se hablaba de mano de obra; en la segunda mitad del siglo se generalizó el concepto recursos humanos, considerando a los individuos un recurso más que gestionar, como los recursos financieros o las materias primas. Hoy sin embargo hablamos de personas, conocimiento, talento, creatividad. Sin ello no hay innovación. Los tradicionales factores de competitividad (capital, materias primas, maquina…) pasan a un segundo plano ya que el factor clave de toda organización es el conocimiento y éste reside en las personas.

En paralelo al incremento de la importancia de las personas para el desarrollo de una organización, asistimos a una serie de profundos cambios socio-demográficos en nuestro entorno:

- La creciente incorporación de la mujer al mundo laboral (en los últimos tiempos de forma significativa en puestos de responsabilidad directiva) .

- El problema de la vivienda en los núcleos urbanos, que se expanden hacia la periferia con el consiguiente incremento de las distancias entre empresa y hogar (que en la práctica supone la desaparición del tiempo libre para otro tipo de actividades) .

- Ambos factores generan problemas de conciliación horaria (desde el colegio de los niños, hasta las compras, pasando por la gestión de trámites administrativos) .

- Estos cambios están produciendo efectos sobre la educación de los hijos derivados del escaso tiempo que sus padres pueden dedicarles.

- Todo ello además está provocando un incremento de enfermedades (denominadas por algunos “enfermedades del siglo XXI”) como el estrés, la depresión, la ansiedad, etc.

Empresa, familia y sociedad constituyen un triángulo en constante evolución en el cual los problemas de un ámbito afectan directamente a los otros dos. Por lo tanto, la empresa se ve afectada, de manera muy significativa, por las dificultades de conciliación de la vida laboral, familiar y personal. El conflicto entre trabajo y familia tiene un coste muy negativo para la empresa y afecta directamente a la productividad y consecuentemente a la competitividad de las organizaciones. La tensión provocada entre la vida laboral y la familiar deriva en absentismo, falta de motivación, alta rotación del personal, oposición a desplazamientos, deterioro del clima laboral y otros muchos problemas.

Hoy en día la retribución ha dejado de ser el criterio de selección número uno a la hora de seleccionar un trabajo, dejando su posición de privilegio a la posibilidad de conciliar trabajo, familia y desarrollo personal. La empresa que desee contar con una plantilla de calidad no puede ignorar estos cambios, máxime cuando estamos asistiendo ya (debido al descenso de natalidad de los 80) a una batalla directa entre las empresas por el talento. La conciliación de la vida laboral y familiar transciende el ámbito de lo político-social y alcanza rol estratégico para toda empresa que considere a las personas pilar de su competitividad.

La relación entre conciliación e innovación es, por lo tanto, directa. La innovación exige conocimiento (talento, imaginación, creatividad) y éste residen en las personas. Y hoy en día, para atraer y retener el talento, no basta con una buena retribución.

Un primer paso hacia una conciliación efectiva de la vida laboral y familiar lo constituyen las políticas de flexibilidad que, a su vez, tienen dos niveles:

- Flexibilidad temporal
- Flexibilidad espacial

La flexibilidad temporal hace referencia a la gestión por parte de la empresa de los tiempos de sus empleados. Hace unos años, trabajar muchas horas (“meter horas”) era señal de compromiso para con la empresa. El que abandonaba su puesto de trabajo a la hora de salida era acusado de falta de compromiso (sobre todo a nivel directivo). Aquella persona que prácticamente vivía dentro de la empresa era el modelo a seguir. Hoy en día (afortunadamente) las empresas están evolucionando hacia posturas contrarias. En muchas empresas, el individuo que finalizada la jornada aún sigue en su puesto de trabajo está siendo cuestionado, ya que tal vez no sea capaz de realizar las tareas asignadas en el tiempo determinado. Y vemos como surgen iniciativas como “luces apagadas” o “puertas cerradas”: empresas que a las ocho de la tarde apagan sus luces (para que nadie permanezca por rutina más de la cuenta en su puesto de trabajo) u obligan a sus empleados a avisar en caso de tener que ir a trabajar en fines de semana (porque de lo contrario se encontrarán con las puertas cerradas y la imposibilidad de acceder a sus despachos). Las medidas de flexibilidad temporal pueden ser varias: horario laboral flexible (la jornada sigue siendo de 8 horas, pero cada persona decide a qué hora comienza y a qué hora finaliza su jornada laboral; el museo Guggenheim de Bilbao, por ejemplo, tiene una máxima que dice: “cien empleados, cien excepciones”); trabajo a tiempo parcial (algunas empresas utilizan medidas como la reducción de jornada del 10%: ello supone en la práctica para el empleado dos tardes libres a la semana que puede dedicar a organizar su hogar o disponer de más tiempo para estar al tanto de la evolución de los hijos. Incluso encontramos algunas empresas que han puesto en marcha un programa mediante el cual todas las madres pueden acogerse a una reducción de jornada a 5 horas diarias sin reducción de sueldo); empleos compartidos (una medida no muy frecuente pero con claras ventajas, ya que, dos personas ocupando un mismo puesto de trabajo durante media jornada, aporta mayor flexibilidad); semana laboral comprimida); Banco de tiempo (una medida que permite al empleado intercambiar sueldo por tiempo libre -o a la inversa- como si de un banco se tratara -tomar vacaciones adicionales con menos sueldo o convertir en dinero los días no disfrutados).

Las empresas, las regiones y los países de occidente se lamentan continuamente por sus problemas de productividad. Los elevados costes de la mano de obra impiden a muchas organizaciones competir con sus rivales procedentes de otras latitudes geográficas, en especial de países asiáticos. Resulta paradójico comprobar que, mientras muchos se quejan por la baja productividad y buscan nuevas fórmulas para mejorarla, pocos caigan en la cuenta de que la cosa más improductiva que estamos haciendo es embarcar cada jornada a millones de trabajadores en viajes de ida y vuelta a través de un paisaje de autovías y circunvalaciones. Muchas de personas bloqueadas en el atasco de una autopista de cuatro carriles de entrada a una ciudad o apretujadas en el vagón de un tren de cercanías se preguntarán cada mañana: ¿para esto nos sirve vivir en la era de las tecnologías de la información?


Aunque queda mucho camino por recorrer, el espectacular desarrollo de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) en los últimos diez años ha generado nuevas formas de trabajar que favorecen la conciliación del trabajo y la familia. El teletrabajo (sea desde el propio domicilio o desde una centro satélite situado cerca de los núcleos residenciales) es ya una realidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En primer lugar quiero felicitaros por atender a a mi humilde sugerencia de poner enlaces a blogs de alumnos de ESEUNE.
En cuanto al articulo que se trata en este mensaje,estoy completamente de acuerdo con las opiniones vertidas por el profesor de La Rica, que ha sabido transmitirnos con sencillez el problema que se plantea con el acceso de la mujer al mundo laboral.
Como mujer,trabajadora y madre, me veo reflejada en el espejo de las palabras del profesor De la Rica.
Y es cierto que deberían aprovecharse los recursos puestos a nuestras disposición por las nuevas tecnologías para subirnos al carro impuesto por la globalización en este siglo que apenas ha comenzado.Es curioso por no decir triste que los españoles seamos de los que más horas trabajemos y los que menos producimos.
Enhorabuena al señor De La Rica por sus opiniones y le deseo que no decaiga su ánimo para que los lectores podamos aprender y dar nuestra opinión si así lo consideramos conveniente.