Uno de los cambios más notables que se han producido en los últimos tiempos en la gestión empresarial es el relativo al papel de las personas en una organización. A comienzos del siglo XX se hablaba de mano de obra; en la segunda mitad del siglo se generalizó el concepto recursos humanos, considerando a los individuos un recurso más que gestionar, como los recursos financieros o las materias primas. Hoy sin embargo hablamos de personas, conocimiento, talento, creatividad. Sin ello no hay innovación. Los tradicionales factores de competitividad (capital, materias primas, maquina…) pasan a un segundo plano ya que el factor clave de toda organización es el conocimiento y éste reside en las personas.
En paralelo al incremento de la importancia de las personas para el desarrollo de una organización, asistimos a una serie de profundos cambios socio-demográficos en nuestro entorno:
- La creciente incorporación de la mujer al mundo laboral (en los últimos tiempos de forma significativa en puestos de responsabilidad directiva) .
- El problema de la vivienda en los núcleos urbanos, que se expanden hacia la periferia con el consiguiente incremento de las distancias entre empresa y hogar (que en la práctica supone la desaparición del tiempo libre para otro tipo de actividades) .
- Ambos factores generan problemas de conciliación horaria (desde el colegio de los niños, hasta las compras, pasando por la gestión de trámites administrativos) .
- Estos cambios están produciendo efectos sobre la educación de los hijos derivados del escaso tiempo que sus padres pueden dedicarles.
- Todo ello además está provocando un incremento de enfermedades (denominadas por algunos “enfermedades del siglo XXI”) como el estrés, la depresión, la ansiedad, etc.
Empresa, familia y sociedad constituyen un triángulo en constante evolución en el cual los problemas de un ámbito afectan directamente a los otros dos. Por lo tanto, la empresa se ve afectada, de manera muy significativa, por las dificultades de conciliación de la vida laboral, familiar y personal. El conflicto entre trabajo y familia tiene un coste muy negativo para la empresa y afecta directamente a la productividad y consecuentemente a la competitividad de las organizaciones. La tensión provocada entre la vida laboral y la familiar deriva en absentismo, falta de motivación, alta rotación del personal, oposición a desplazamientos, deterioro del clima laboral y otros muchos problemas.
Hoy en día la retribución ha dejado de ser el criterio de selección número uno a la hora de seleccionar un trabajo, dejando su posición de privilegio a la posibilidad de conciliar trabajo, familia y desarrollo personal. La empresa que desee contar con una plantilla de calidad no puede ignorar estos cambios, máxime cuando estamos asistiendo ya (debido al descenso de natalidad de los 80) a una batalla directa entre las empresas por el talento. La conciliación de la vida laboral y familiar transciende el ámbito de lo político-social y alcanza rol estratégico para toda empresa que considere a las personas pilar de su competitividad.
La relación entre conciliación e innovación es, por lo tanto, directa. La innovación exige conocimiento (talento, imaginación, creatividad) y éste residen en las personas. Y hoy en día, para atraer y retener el talento, no basta con una buena retribución.
Un primer paso hacia una conciliación efectiva de la vida laboral y familiar lo constituyen las políticas de flexibilidad que, a su vez, tienen dos niveles:
- Flexibilidad temporal
- Flexibilidad espacial
Las empresas, las regiones y los países de occidente se lamentan continuamente por sus problemas de productividad. Los elevados costes de la mano de obra impiden a muchas organizaciones competir con sus rivales procedentes de otras latitudes geográficas, en especial de países asiáticos. Resulta paradójico comprobar que, mientras muchos se quejan por la baja productividad y buscan nuevas fórmulas para mejorarla, pocos caigan en la cuenta de que la cosa más improductiva que estamos haciendo es embarcar cada jornada a millones de trabajadores en viajes de ida y vuelta a través de un paisaje de autovías y circunvalaciones. Muchas de personas bloqueadas en el atasco de una autopista de cuatro carriles de entrada a una ciudad o apretujadas en el vagón de un tren de cercanías se preguntarán cada mañana: ¿para esto nos sirve vivir en la era de las tecnologías de la información?
1 comentario:
En primer lugar quiero felicitaros por atender a a mi humilde sugerencia de poner enlaces a blogs de alumnos de ESEUNE.
En cuanto al articulo que se trata en este mensaje,estoy completamente de acuerdo con las opiniones vertidas por el profesor de La Rica, que ha sabido transmitirnos con sencillez el problema que se plantea con el acceso de la mujer al mundo laboral.
Como mujer,trabajadora y madre, me veo reflejada en el espejo de las palabras del profesor De la Rica.
Y es cierto que deberían aprovecharse los recursos puestos a nuestras disposición por las nuevas tecnologías para subirnos al carro impuesto por la globalización en este siglo que apenas ha comenzado.Es curioso por no decir triste que los españoles seamos de los que más horas trabajemos y los que menos producimos.
Enhorabuena al señor De La Rica por sus opiniones y le deseo que no decaiga su ánimo para que los lectores podamos aprender y dar nuestra opinión si así lo consideramos conveniente.
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