jueves, junio 05, 2008

Eufemismos malintencionados = mentiras arriesgadas

¿Fase bajista del ciclo? ¿Desaceleración significativa? ¿Enfriamiento progresivo? Al pan “pan” y al vino “vino”. Los eufemismos son manifestaciones suaves o decorosas de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. En este caso, decir que vivimos una crisis de tres pares de narices no creo que sea duro (y a estas alturas tampoco malsonante), de manera que los eufemismos con los que algunos políticos nos sorprenden cada jornada son sencilla y llanamente mentiras. Eso si. Muy arriesgadas.

Hace tres años, cuando en mis conferencias de Innovación preguntaba de forma retórica “¿España va bien?” y mostraba mi opinión, más de uno me llamaba pesimista, exagerado… Yo coincidía con mis interlocutores en que los indicadores económicos no ofrecían discrepancias: eran positivos. Pero el PIB, la tasa de crecimiento, la tasa de desempleo…los indiciadores en general son “fotografías” que, como toda imagen capturada, muestran el pasado. El presente no existe. Todo es pasado o futuro. No podemos decir “España va bien”. Podemos decir: “España ha ido bien (o mal)” o “España irá bien (o mal)”. No se puede poner en duda que los últimos tres quinquenios han sido favorables. Pero, ¿cómo serán los próximos?

Con los indicadores en la mano, hace tres años me decían que nada parecía indicar que el final del ciclo estaría próximo. Sin embargo, eran muchos los que manifestábamos (como decíamos en “Innovación: el último clavo ardiendo” en 2006) que los tradicionales factores de crecimiento de nuestra economía se habían agotado…y que nadie se había preocupado por identificar sustitutos.
El principal factor que ha contribuido a un favorable crecimiento de nuestra economía durante algo más de una década ha sido la construcción, traccionada fundamentalmente por unos tipos de interés a la baja (boom de la vivienda) y por los fondos de cohesión comunitarios (obra pública). Aquellos fondos estructurales, no solo modernizaron nuestras infraestructuras (autopistas, aeropuertos, líneas de tren de alta velocidad, puertos…) sino que generaron de forma directa 375.000 empleos directos más otros cientos de miles indirectos. Pero con las sucesivas ampliaciones de la Unión Europea, España se convierte en contribuidor neto y aquella fuente de crecimiento se agota.

Por otro lado, la inversión extranjera directa ha estado cayendo a un ritmo similar al prestigio de Jimenez Losantos. Las empresas multinacionales hace años que dejaron de fijarse en España para centrar sus miradas en los antiguos países del Este y en los tigres asiáticos. De los 36.000 millones de dólares de inversión extranjera directa en 2002 se cayó a solo 10.000 millones en 2004 y en 2007 la cifra no alcanzó los 5.000 millones. Las multinacionales ubicadas en España invierten lo justo para pintar las fachadas de las pocas fábricas que les quedan en la vieja piel de toro y para renovar algún mueble de sus oficinas. La convergencia salarial con los países de la Unión Europea hace que nuestra mano de obra ya no sea económicamente atractiva. Y no es solo que las multinacionales abandonen nuestro país; cada vez son más las empresas españolas que trasladan su actividad productiva a otras latitudes, desde la industria (textil, calzado, automoción, electrodomésticos…) hasta los servicios (ya sean poco cualificados, como los call-center en Perú o cualificados como el diseño y la creatividad publicitaria en Argentina o la programación en India)

Para muchos, la situación no tiene por qué ser tan alarmante, porque, si bien algunos elementos de nuestra economía se ralentizan (producción industrial, construcción…), el principal generador de recursos para nuestro PIB no se agotará (al menos en los próximos mil millones de años): el sol.

Afirmativo. Pero seamos sinceros. España se ha convertido en un destino de chancletas y chiringuitos. Nos inundan guiris que salen de las fábricas de Manchester, los meten en un charter low-cost y los sueltan como al ganado, con una pulsera de color lila, en un hotel de tres estrellas de “segunda línea de costa” (es decir, en Murcia, a 25 kilómetros de las playas) con “all-inclusive”. A las ocho de la mañana se toman su primera cerveza en el desayuno bufftet. A las 11 de la mañana están todos borrachos en la piscina (solo así podemos entender que regresen rojos como el tomate). No salen del hotel para nada (es “all-inclusive”, incluso el alcohol, lo más importante) y cierran los restaurantes de la zona, las heladerías, las tiendas de regalos, las discotecas… Y mientras tanto se critica la apertura de campos de golf (que genera otro tipo de turismo) o se debate sobre si es bueno o malo para una ciudad que lleguen cruceros de lujo con 2.000 pasajeros a bordo. El crecimiento de nuestra principal fuente de ingresos, el turismo, es cuanto menos incierto. En 2007 se volvió a batir el record de turistas que visitaron nuestro país. Pero por otro lado, descendieron un 2% los ingresos (por la presión sobre el precio que ejercen los grandes tour operadores). Nos vistan más…e ingresan menos. Y mientras tanto, los empresarios del sector ven como sus costes se incrementan constantemente: los alimentos, la mano de obra, la energía, los servicios…

Durante las últimas décadas España ha sido receptor de millones de turistas que, movidos por los grandes tour operadores, acudían a destinos baratos. Precios y sol fueron los dos grandes argumentos. Pero ahora España ya no tiene unos costes tan bajos. No alterar los precios significa reducir los márgenes. Siguen llegando más turistas que nunca, aumentan los ingresos, pero se reduce la rentabilidad. Además, esta práctica tiene un límite. ¿Qué sucederá cuando no sea posible seguir ofreciendo a los grandes tour operadores y mayoristas unos precios tan competitivos? ¿Cambiarán éstos sus destinos hacia países como Turquía, Túnez, Marruecos, Montenegro, etc.? Si ello llega a suceder, ¿cómo reposicionamos el sector?

Cierto es que muchas de estas cosas se sabían de antemano: que los fondos estructurales no serían eternos; que España dejaría de ser un país con mano de obra barata; etc. Pero, ¿hemos hecho bien los deberes para afrontar esta situación?

Hemos de competir en base a personas con talento, conocimiento, creatividad, formación. ¿Estamos preparados para ello? El informe PISA (que mediante 275.000 pruebas directas a estudiantes realizadas compara la calidad educativa de los países de la OCDE) nos alerta: nuestros adolescentes suspenden en escritura, matemáticas y ciencias. La octava economía del mundo se sitúa en el furgón de cola de la OCDE ocupando en educación el puesto vigésimo quinto. El nivel de nuestros adolescentes de educación secundaria se sitúa entre los peores, hasta el punto de que más de un 20% ni siquiera es capaz de superar ejercicios básicos en matemáticas, ciencias o lectura. Una tendencia que no parece vaya a invertirse se atendemos al bajo gasto per cápita en educación, por debajo de la media de la OCDE. Por si esto fuera poco, la situación se agrava cuando nuestros estudiantes llegan a la Universidad: la quinta potencia europea no sitúa a ninguna de sus Universidades entre las 50 mejores de la Unión Europea; y no hay ninguna Universidad española entre las 100 mejores del mundo.

Me temo que no. España es uno de los pocos países occidentales en los cuales la productividad desciende (PIB entre personas que trabajan) mientras vemos como, a pesar de ser la quinta economía de la UE, se ocupa el furgón de cola en I+D (decimocuarta posición) y en inversión de las empresas en TIC en relación al Producto Interior Bruto (decimoquinta posición). La economía del ladrillo ha sido una economía del presente que ha hipotecado nuestro futuro. Los beneficios empresariales (de la industria, los servicios..) en lugar de ser reinvertidos (para modernizar la fábrica, para desarrollar prototipos, para analizar nuevos mercados…) iban directamente al ladrillo: a la compra de un terreno con permiso para la construcción de 24 adosados.

Hasta que ha llegado el chaparrón y a más de uno le ha pillado en bañador, con el bronceador en la mano y sin paraguas.

El futuro cercano

La economía española ha cerrado una de sus etapas más positivas de su historia reciente (con crecimientos medios del 3%), justo en un momento en el que la incertidumbre recorre occidente de norte a sur y de este a oeste en forma de inestabilidad geopolítica y con un barril de petróleo cuyo precio parece catapultado hacia un techo que nadie alcanza a vislumbrar.

Solbes acaba de decir que el incremento del paro en mayo “no es un buen dato porque es mayo” (a mí el tío me parece que tiene su gracia) pero que “no es espectacular”. Hombre, si lo comparamos con los niveles de destrucción de empleo de la crisis del 93, no es espectacular. Pero la España de 2008 no es la de 1993.

Los eufemismos que relativizan la situación no me gustan. Decía al principio al “pan pan y al vino vino”. Esta es una crisis con mayúsculas. Y la fiesta no hecho más que empezar (solo han aparecido unos pocos invitados que permanecen tímidamente al lado de la barra sujetando su copa, mientras el disk-jockey pincha discos para personas imaginarias porque en la pista de baile solo se ven los reflejos de las luces de color sobre la bola de cristal).

Existen más posibilidades de ganar la Eurocopa que de crecer en 2008 por encima de un 2%. Y celebrémoslo (de la misma manera que celebraríamos la llegada a la final): en 2009 no llegaremos al 1%. Algo que muchos no quieren ver (como el niño que para obviar la mirada inquisidora de su padre cuando la ha liado mira para otro lado).

El problema es que son muchos los que no quieren mentar la palabra crisis. Incluso hay quien echa la culpa de la “desaceleración” a los que hablamos de “crisis”, como si la gente haya dejado de comprar viviendas porque algunos hemos dicho en alguna conferencia que pintan bastos (y no porque los tipos de interés han subido, el precio de la vivienda era desorbitado, el sistema financiero tiene problemas de liquidez, el encarecimiento del precio de la gasolina y de los alimentos hace que las familias lleguen al 31 de cada mes justitas…)

El verdadero problema es que como no asimilemos todos de una vez que esto es una crisis, no vamos a tomar las medidas necesarias para reconducir la situación a medio plazo. Y esperando a que pase el chaparrón nos podemos quedar diez años creciendo alrededor del 1%.

Hay quien piensa que estamos “en la fase bajista del ciclo” y que esta fase va a ser breve. Que en 2010 volveremos a ser Disneylandia, creciendo por encima de la media de la UE. Discrepo. Si no tomamos medidas urgentes, lo vamos a pasar muy mal. Y no lo digo ahora…sino que me limito a repetir lo que vengo diciendo hace años: necesitamos urgentemente innovar.

¿Es una crisis sectorial?

He oído decir a algunos que esta crisis está acotada a la construcción. ¡Que cachondos! Es como negar que el tirón de la construcción beneficiara a todos los sectores. ¿O es que la construcción de 750.000 viviendas en 2006 solo benefició a los promotores inmobiliarios? Y los demás españoles que no somos ni promotores ni constructores: ¿de dónde hemos sacado el dinero para comprarnos un coche nuevo y marchar de vacaciones al Caribe?

Volvamos a la realidad. Este año se van a construir menos de 300.000 viviendas (lo que también es exagerado ya que hay cerca de un millón de pisos con el cartel naranja de “Se Vende” pegado en la ventana). Las cifras oficiales hablan de caídas en las ventas superiores al 60%. Hasta hace poco se decía que los precios habían “comenzado a moderarse” creciendo un poquito por debajo de la inflación. Pero ahora están cayendo alrededor de un 10% (me acaba de llegar un email de un promotor que me ofrece un piso un 15% más barato que hace tres meses). Cuando el FMI decía que los precios de la vivienda en España eran una locura, nadie les hacía caso. Ahora los promotores andan refinanciando sus deudas con los bancos (porque no venden un solo piso) y descubren que el suelo que compraron hace unos meses para dar otro “pelotazo”, como bajen más los precios, será mejor que se lo “cedan” a su banco porque construyendo los 64 pisos de lujo previstos van directamente a la quiebra. ¿Se ha preguntado alguien que demonios harán los bancos con tanto ladrillo y tanto suelo embargado? ¿Mini-golfs? ¿Campings? ¿Lo cederán a la Iglesia de la Cienciología?

Pero la crisis del ladrillo no solo afecta a los promotores y constructores. También a los fabricantes de ladrillos; y a los de cemento (las ventas han caído un 15%) cerámicas, tuberías, sanitarios, grifería, marcos, ventanas, puertas (el fin del milagro de Villacañas, un municipio de La Mancha toledana con tan sólo 10.700 habitantes donde, sin árboles ni bosques a la vista, se ha concentrado en los últimos años la mayor capacidad nacional de producción de puertas y cada semana salían de sus ocho plantas -con entre 300 y 500 empleados- más de 20.000 puertas en todas las direcciones de la Península. Hasta el año pasado, los distribuidores hacían cola y los 4.000 empleados del propio Villacañas y municipios situados en un radio de 50 kilómetros a la redonda hacían horas extraordinarias para atender la demanda. Un 25% de esos empleados ya han perdido su puesto de trabajo en lo que va de año), cerraduras, enchufes, ascensores, etc.
Si este año se venden 500.000 viviendas menos que en los años anteriores, digo yo que afectará también a los fabricantes de muebles y de electrodomésticos. Los aserraderos verán como baja la demanda de maderas para el encofrado y para los propios muebles. ¿Y toda la industria auxiliar de los electrodomésticos? Componentes electrónicos, troqueles, chapa, embalaje….

El cliente no compra sofás ni lavadoras. El fabricante no los fabrica. Y el distribuidor no los vende. ¿Qué pasa con los miles de tiendas dedicadas a la venta de muebles y electrodomésticos? ¿Y los servicios asociados (transportistas, montadores, electricistas, fontaneros, hojalateros…? Servicios que han sido otro de los tractores del crecimiento en la última década y que están perdiendo empleo a la velocidad de la luz (esto para que Solbes diga que es exagerado de verdad; démosle algún argumento a los críticos para que nos contradigan).

Será como dicen algunos “una crisis sectorial” que solo afecta a la construcción. Pero la mayoría de las familias españolas no somos ni albañiles, ni promotores inmobiliarios, ni electricistas… Y sin embargo el consumo en los hogares se está contrayendo a marchas forzadas. Los índices de confianza del consumidor, por los suelos (el punto más bajo desde 1995).

Por otro lado, vemos que las calles de las ciudades se llenan de manifestantes, y no son ni albañiles ni comerciales de Don Piso: son ganaderos, agricultores, pescadores, transportistas. El precio de los combustibles les obliga a muchos de ellos a cesar su actividad. Los concesionarios de coches se creen que con un Plan Prever van a recuperar el 20% de las ventas previstas (y el Gobierno se cree que ese planecito para cambiar coches de 15 años por coches ecológicos va a alegrar al sector). Los fabricantes de furgonetas, camionetas, camiones están viéndose muy afectados, y ello afecta al empleo en servicios como los concesionarios, los talleres, las gasolineras (que ya están notando caída de las ventas) aseguradoras, neumáticos, repuestos…

Si la economía española necesitaba crecer por encima del 3% para crear empleo, con los crecimientos previstos para 2008 y 2009 se pueden perder un millón de puestos de trabajo. Eso va a hacer más daño al consumo que los ya de por si elevados tipos de interés (que no tienen pinta de bajar hasta que la inflación se controle –por otra parte algo complejo con un precio de barril de pringue pastoso negro caminando hacia los 200 dólares).

Y la confianza de los consumidores no se recupera destinando el 50% del superávit a repartir 400€ por persona. A muchos les servirá para comprarse un televisor de LCD de 42” para ver la Eurocopa (lo que aliviará a los vendedores de los Mediamark, Saturn, Carrefour, etc.) pero no va a solucionar ni una décima parte del problema. Las hipotecas se llevan el 45% de la renta de las familias. Los alimentos otra parte importante (y subiendo como la espuma) por no hablar del precio del los carburantes. Algunos auguran un “otoño caliente” pero siento contradecirles: el otoño va a ser muy frio. Las familias españolas hemos de acostumbrarnos a un par de horas al día menos de calefacción y a girar hacia la derecha un pelín la rueda de los termostatos porque la factura del gas nos puede dejar temblando (más que la propia temperatura ambiente).

El Gobierno tiene un plan para traer turistas en temporada baja. Tal vez hiciera mejor destinando el dinero de la publicidad prevista para atraer visitantes a desviar visitantes. Me refiero a realizar campañas publicitarias en las televisiones y periódicos de varios países diciendo: “España no crece; no genera empleo; lo destruye; así que señores inmigrantes…no vengan a España”. Se están perdiendo puestos de trabajo (un porcentaje importante la mano de obra inmigrante dedicada a la construcción), tenemos las tasa de paro más alta de la Europa de los quince (rozando ya el 10%) y nadie hace nada por regular la propia inmigración porque hablar de ello no es políticamente correcto y para ser guay hay que decir lo contrario. La crisis económica puede quedarse en un problema de parvulitos en comparación con la crisis social que se puede generar (y que no ha hecho más que empezar).

Cosas que hemos oído recientemente

Son muchos los que intentan tranquilizarnos diciendo cosas que yo creo que ni ellos mismo se las creen. Hemos oído cosas como:
  • “Tranquilos; el sistema financiero español es sólido”. Cierto. Como que también es sólido un castillo de naipes o un barco de papel. Pero al más leve movimiento o soplido se nos puede venir abajo. La banca tiene que hacer frente a obligaciones exteriores de más de 100.000 millones de euros en 2008. Y necesita nuevos recursos para refinanciar la deuda inmobiliaria. Algunos dicen: “¿cómo van a estar en crisis los bancos si el año pasado han dado unos beneficios de miles de millones de euros?”. Que se pregunten entonces como es que están en procedimientos concursales constructoras e inmobiliarias que el año pasado dieron beneficios en Carterpillar. Una cosa son los beneficios y otra la tesorería. Y un profesor que tuve decía “sin cash no hay empresa”.
  • “Tranquilos. La crisis de las hipotecas en Estados Unidos es imposible que se vea en España”. Cierto. En Estados Unidos el problema vino porque las viviendas se vendieron a personas que no se las podían permitir, ya la larga no han podido pagarlas. En España eso no pasará, porque nadie las va a comprar ya que los bancos no les dan el dinero para ello. Pero el caso es que las viviendas ya están construidas (un millón de pisos sin vender) y alguien ha debido de poner la pasta para pagar ese mogollón de ladrillos y cementosa. ¿Qué va a pasar cuando los promotores inmobiliarios digan a los bancos que no tienen dinero para pagar sus créditos? En Estados Unidos el problema ha sido que no pagaban. En España no compran. Ya se que no es lo mismo, pero tiene pinta de ser muy parecido. Eso si, como pinche algún banco, nos vamos a resfriar todos. Y los que hablan de “desaceleración intensa” dejarán los eufemismos de lado para hablar de recesión. Y mejor no recordar lo que pasó en el 93 cuando el PIB cayó un poco más del 1% y llevó el desempleo por encima del 20%.
  • “Tranquilos, que lo de ahora no tiene nada que ver con la crisis del 93”, dicen algunos. Y tienen más razón que un Santo. En el 93 teníamos dos cosas sobre las que apoyarnos: la muleta de la izquierda era la posibilidad de devaluar la moneda (que permitió a muchos salir a vender fuera lo que nadie podía comprar dentro) y la de la derecha los fondos de cohesión. ¿Qué tenemos ahora? ¿Cuáles serán las fuentes de crecimiento sobre las cuáles sustentar la salida de la crisis?

La devaluación de la peseta estimuló las exportaciones y bajó los tipos de interés. La destrucción de empleo trajo una mayor moderación salarial y las empresas salieron pronto del bache encarando los años más gloriosos de nuestra economía contemporánea. Con el paso de los años podemos afirmar que aquella crisis nos sentó de maravilla. Hicimos los deberes, moderamos salarios, apostamos por crear empleo no fijo, comenzamos a tomarnos en serio los mercados internacionales, las empresas mejoraron sus hábitos de gestión…

Pero las recetas utilizadas y las lecciones aprendidas en el 93 no sirven. Para empezar, no podemos “devaluar” la moneda (porque ya no tenemos moneda). Es más, el Euro está por las nubes (los españoles arrasan comprando cámaras digitales en la Quinta Avenida neoyorquina pero los exportadores sufren como bellacos) y tampoco se puede decir que las empresas españolas sean el paradigma de la productividad para competir en mercados globales. Por si esto fuera poco Jean-Claude Trichet dice que de bajar los tipos de interés na-nai…porque la estaflación está a la vuelta de la esquina (crece la inflación y decrece la economía). Y veremos un petróleo a 200 dólares antes del 2010 que supondrá pagar 3 euros por un litro de gasolina.

Pero como el ser humano es un capullo integral, seguiremos conduciendo nuestros coches para ir al trabajo, para ir a por el periódico (recuerdo cuando la gasolina se puesto a 100 pesetas, es decir, a 0,60€; algunos decían que iba a ser un colapso. Hoy está justo al doble y en las carreteras hay más coches –con un solo pasajero la mayoría- que nunca), etc. y restaremos consumo de otros productos que no sean de primera necesidad (como es el coche, el “verdadero rey de la casa”, la auténtica “joya de la corona de cada hogar”, que se lleva el equivalente a cinco años de vacaciones en su compra y a la cesta de la compra de medio año en mantenimiento, por no hablar de los 30.000 euritos de la parcela de garaje para la “criaturita”).

Una economía de presente que ha hipotecado nuestro futuro

Decíamos al principio que la economía del ladrillo hipotecó nuestro futuro. Cuando las empresas iban como motos, nadie se preocupaba por innovar, mejorar la productividad, invertir en TIC, en I+D. No voy a aburrir con los datos que saco a veces en mis conferencias, pero de la misma forma en que la crisis del 93 puso las pilas a nuestras empresas, la bonanza del 2000 nos ha convertido en los más holgazanes de la OCDE. Al igual que nuestros adolescentes, que suspenden en el informe PISA por no estudiar y ahcer bien sus deberes, las empresas suspendemos en todo lo importante: productividad, uso de TIC, innovación…

Vamos a ver…por si alguno no se ha enterado, la demanda interna no va a crecer en varios años: ¿cómo piensan nuestras empresas responder a esta situación? Si alguno pensaba hacerlo a base de pedir créditos, que vaya pensando otra cosa.

¡Ah claro! Aprovechando el crecimiento de la demanda externa: China, India. Pero no lo digamos muy alto, porque como se enteren los alemanes, franceses, ingleses, canadienses y estadounidenses, también van a querer beneficiarse de esa demanda creciente. ¡Seamos serios! ¿Hemos puestos las bases para tener un tejido empresarial competitivo y productivo?

¡Se me olvidaba! Siempre podemos pedir ayuda a papá y a mamá. A papá Estado y a mamá Autonomía, pedirles ayudas, subvenciones, créditos blandos… Ya. ¿Pero no hemos caído en la cuenta de que en 2009 las cuentas públicas tienen toda la pinta de entrar en déficit? ¿Pero no vemos como tiene el Estado la educación, el agua, la sanidad, la justicia…? ¿Alguno se cree de verdad que van a resolver nuestros problemas si no saben resolver los suyos?

Quizás la solución sea (como han sugerido varios de nuestros maravillosos gobernantes) dejar de hablar de la crisis (porque los que hablamos de ellas somos los culpables del hundimiento de un 60% en la venta de pisos, un 20% en la venta de coches, un 45% en la venta de vehículos industriales, un 10% en la venta de teléfonos móviles y en el hundimiento de la Armada Invencible).

La confianza de un paciente no cae cuando el médico le dice que tiene un cáncer, sino cuando ve dubitativo al médico, sin saber qué hacer, diciéndole que es un simple resfriado a pesar de los dolores. El médico que es sincero, directo (aún siendo crudo) y nos dice los mal que estamos pero demuestra que tiene claro que hacer para intentar sanarnos, merece toda nuestra confianza, señores gobernantes.

Las cosas están muy mal, ¡Por eso soy optimista!

Que haya pintado un panorama tan sombrío no quiere decir que sea un tio pesimista. ¡Todo lo contrario! Estoy feliz porque tanto problema nos conducirá a un nuevo escenario.


Como saben mis lectores definimos la innovación como un encuentro afortunado entre los problemas y el talento. Sin problemas, no hay innovación. Tenemos sobre la mesa los problemas más graves de los últimos 25 años. Si somos capaces de confrontarlos con el talento, de aquí saldrán las innovaciones que nos pueden ofrecer una nueva etapa de bonanza entre el 2015 y el 2025.


Solo el talento puede hacer desparecer los problemas del nuevo milenio, en forma de innovaciones: el automóvil con emisiones cero (que no utilice combustibles), los alimentos capaces de acabar con el hambre en el mundo, los medicamentos que curen enfermedades hasta ahora incurables, la genética que nos haga la vida más larga y placentera. Utopía, me dicen algunos. Pero en los momentos de urgencia la utopía se convierte en necesidad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno el artículo con verdades como templos.

Anónimo dijo...

me ha gustado bastante el artículo. SI quereis saber todo sobre los últimos eufemismos utilizados por el gobierno id a www.lenguaje-politico.blogspot.com

Anónimo dijo...

Macho....has dado en el clavo.

Anónimo dijo...

Joder! El post es de junio pero estás acertando... y me preocupa porque decías que Esaña tiene más posibilidades de ganar la Eurocopa que de entrar en recesión...y hasta en eso la ha clavado: ganamos la Eurcopa...y entraremos en recesión.