miércoles, marzo 12, 2008

Resaca electoral: jornada de reflexión para los perdedores

El pasado sábado se celebraron las elecciones; si, he dicho bien, el sábado. Me refiero a las elecciones para designar a la persona que representará a España en el festival de Eurovisión.

El ganador fue Rodolfo Chikilicuatre y “el baile del Chiki Chiki”. El perdedor de la noche, Joaquín Uribarri. Ambos representan a la perfección las dos Españas: la real (que vive en el siglo XXI, disfruta en MySpace, descarga MP3, comparte en YouTube y vota por SMS) y aquella a la que se le paró el reloj en algún momento de la recta final del siglo XX.

En el momento en el que se dio a conocer el nombre del ganador, Joaquín Uribarri (ese señor que presentaba Eurovisión cuando éramos pequeños y sabía por adelantado que Grecia iba a dar tres puntos a Turquía y Suecia diez a Noruega) se levantó enfadado, cogió su portafolios de Louis Vuitton y negaba ante las cámaras agitando airoso el dedo índice de su mano derecha.

Televisión Española había preparado una gala para llevar a Belgrado a su cantante elegida. Alguien que representara lo que realmente somos, es decir, lo que ellos interpretan que somos. La gala fue presentada por otro icono de la innovación y el modernismo: Rafaela Carrá. Incluso cantó una nueva: “explota, explota, expló….explota mi corazón” (afortunadamente no sacó ninguna mujer en el armario). Pero por mucho que se evocara a Massiel, a Julio Iglesias, a Betty Misiego y a la generación OT con la Rosa de España al frente ¿acaso no era consciente TVE de que España ha cambiado? Cuatro días antes de que naciera el autor de este blog (el 6 de abril de 1968) España ganaba el festival. Cuarenta años después el “La, la, lá” se ha convertido en “Chiki-Chiki”.

La gala dejó entrever otro problema que tenemos los españoles más allá de las conclusiones del informe PISA: la escasa creatividad de algunos de nuestros jóvenes. Los primeros que actuaron eran una réplica de la Oreja de Van Gogh; un chico de Portugalete copiando a Ricky Martin; un grupo de chavales “inspirándose” en los ritmos árabes que ganaron hace unos años; acordes de canciones de los ochenta en varias interpretaciones; y una especie de Jennifer Rush que cerraba el desfile de la generación “copy-paste”

Pero la inmensa mayoría de los españoles no se identifican con Joaquin Uribarri y así se reflejó en el resultado: más del 50% de los votos fueron para el Chiki Chiki, multiplicando por cuatro los votos de la cantante pre-designada. Eurovisión había sido salvada.


España ha cambiado. Tampoco parecen haberse dado cuenta los otros perdedores del fin de semana electoral; los del domingo. Y fueron varios.

En primer lugar, los que a duras penas lograban arrancar un esbozo de sonrisa en la calle Génova mientras, espoleados por una masa que perfectamente habría desempañado el papel de figurantes en cualquier capítulo de “cuéntame”, apenas podían botar (pensando que alguno de los que miraba por la ventana de detrás del balcón pensaba en botarles a pesar de haber sido votados)

Si siguen pensando que “España” es “una” gran nación que ha de atajar el “problema” de los “inmigrantes” con mano dura y recuperar el espíritu del florido pensil con esfuerzo y “sacrificio” de los estudiantes, “exigencia” de los profesores y mucha, mucha, religión (de la buena esos si…que no haya errores…de la de Antonio María y sus muchachos), para conseguir un pueblo que “trabaje duro” (cobrando poco)… no volverán a decorar de nuevo La Moncloa en décadas. España afortunadamente no es como ellos la imaginan y cuando Rajoy volvió a casa se sorprendió viendo a su niña bailando el Chiki-Chiki sin haber hecho los deberes de inglés ni haber leído el catecismo.

Pero fueron otros muchos los derrotados del fin de semana. Y todos ellos por seguir mirando al pasado. Algunos, tan al pasado que se pierden en la noche de los tiempos. Me refiero a quienes quieren dibujar un país del siglo XXI con los restos de tinta que dejaron aquellos que pintaron las cuevas de Santimamiñe en el magdaleniense, siguiendo las tesis de un ideólogo nacido en 1865, apelando a conceptos tan orientados hacia el tercer milenio como las tradiciones, las costumbres, los derechos históricos, la territorialidad, el RH… Y mientras perdían por el camino 120.000 votos, la persona que mejor había sabido interpretar el pasado y leer el presente para diseñar el futuro, compartiendo su valioso conocimiento en Harvard.

La antítesis de la innovación consiste en vivir el presente interpretándolo con las ideas heredadas del pasado. Hemos de mirar el futuro con los ojos de quiénes viven el presente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este pais no tiene remedio. Tenemos lo que nos merecemos.