La glamorosa entrega de los Oscar entre alfombras rojas, limusinas negras, vestidos de Versace, esmóquines de Arman, zapatos de pedrería, joyas de un millón de dólares y canapés de diseño no puede esconder otra realidad bien distinta: las salas de cine están en crisis. El otro día recordaba las salas de cine de mi ciudad en las que hace veinte años hacía cola para sacar una entrada (no numerada) y corría como un poseso para coger buen sitio en cuanto se abrían las puertas, y la lista de ausencias es extensa: Astoria, Consulado, Coliseo, Capitol, Carlton, Vistarama, Ideales, Campos, Olimpia, Urrutias, Izaro, Mikeldis, Trueba, Buenos Aires, Santuchu, Avenida, Gran Vía…¡No queda ni uno! Bajaron definitivamente el telón (¡qué tiempos aquellos en los que sonaba un timbre y se abría el telón para dar inicio al NODO!) y en su lugar, gimnasios, Zaras o nuevos edificios de viviendas que han levantado los príncipes del ladrillo. Seguro que en tu ciudad sucede algo similar.
La gente prefiere acudir a los centros comerciales de la periferia, donde no hay problemas para aparcar y además se dispone de toda una amplia oferta de establecimientos complementarios que surgen entorno a las dos grandes “locomotoras” que son los hipermercados y los cines: cafeterías, fast-food, heladerías…. Una historia que se repite en decenas de grandes ciudades.
Pues bien, me he tenido que enterar por The New York Times de una interesante innovación relacionada con estas salas. A un grupo de empresarios españoles se les ha ocurrido convertirlas en salas para jugar en Red: sonido brutal, pantalla de gran formato, efectos especiales (niebla, flashes, luces..) coca-cola por vía intravenosa, palomitas a tutiplé y partidas escalofriantes. Dando una vuelta por la web de Cinegames uno se hace una idea; nada que ver con los cutrecibercafés donde se juega en red: aquí todos los jugadores participan en el mismo juego en línea. Cada jugador cuenta con una pantalla TFT de 17 pulgadas y un game-pad en su asiento.
La gente prefiere acudir a los centros comerciales de la periferia, donde no hay problemas para aparcar y además se dispone de toda una amplia oferta de establecimientos complementarios que surgen entorno a las dos grandes “locomotoras” que son los hipermercados y los cines: cafeterías, fast-food, heladerías…. Una historia que se repite en decenas de grandes ciudades.
Pues bien, me he tenido que enterar por The New York Times de una interesante innovación relacionada con estas salas. A un grupo de empresarios españoles se les ha ocurrido convertirlas en salas para jugar en Red: sonido brutal, pantalla de gran formato, efectos especiales (niebla, flashes, luces..) coca-cola por vía intravenosa, palomitas a tutiplé y partidas escalofriantes. Dando una vuelta por la web de Cinegames uno se hace una idea; nada que ver con los cutrecibercafés donde se juega en red: aquí todos los jugadores participan en el mismo juego en línea. Cada jugador cuenta con una pantalla TFT de 17 pulgadas y un game-pad en su asiento.
El primero de estos tinglados está en un centro comercial de las afueras de Madrid; las partidas cuestan 3 euros y existen varios juegos (según los horarios). Felicidades a sus promotores.
1 comentario:
Parece ser que una conocida cadena de cines ha decidido sacarle otros partidos a sus salas de cine.El grupo Cinegames propone una nueva forma de ocio: jugar en red en el cine.La verdad, tiene buena pinta, y supongo que aquí no te echarán por hablar en el cine.Aunque pueda parecer spam esta idea me parece fantástica y a demás en España estoy deseoso de que esta iniciativa se extienda a más ciudades.Imagínense el éxito que tendría si se pudiese jugar al Pro Evolution Soccer 6 de Konami, el juego con más adectos hoy por hoy.Yo confieso que pagaría gustoso los tres euros que cuesta la entrada para competir contra todos mis amigos del barrio. Me parece genial que también te dejen entrar como espectador a mirar las partidas.En España el mundo de las salas de cine todavía no ha encontrado su equilibrio.La competencia voraz ha cerrado la gran mayoría de los cines tradicionales que abundaban en los centros de las ciudades, en los que solía haber una sala de gran tamaño, y donde la gente hacía cola en la calle para adquirir su entrada. Quizá forme parte de un ciclo inevitable.Lo que parece evidente es que los cines tradicionales de toda la vida tienen sus días contados, o ¿no?.
Un saludo: Manuel Pérez Suárez
Publicar un comentario