"China está liderando el mundo en innovación". Ese
era el titular de un trabajo de Thomson Reuters. Las personas y empresas que llevamos tiempo
trabajando en China hemos alucinado con ese titular. Tanto como si nos dicen
que España lidera el mundo de la ética
en política (simplemente por haber creado un portal de transparencia en
Internet).
¿A qué se debe ese titular tan llamativo? El informe de
Thomson Reuters destaca el sorprendente aumento de las patentes registradas en
el país. En 2010 las empresas chinas presentaron más o menos el mismo número de
solicitudes de patentes que sus
competidores de Japón y USA. Pero en 2013 la cifra china se ha duplicado. Pero
una cosa es patentar y otra innovar. Consultando el registro de patentes
podemos afirmar que los chinos son líderes mundiales patentando. Pero cuando
trabajas con empresas chinas, cuando formas a directivos de esas empresas y
hablas de innovación, te das cuenta que China está aún muy lejos de competir,
no ya con Silicon Valley, sino con Europa en esta materia.
Hace unos años me sorprendió ver un slogan del gobierno
chino que, junto a la palabra patriotismo, incluía el término innovación. En los últimos tiempos hemos observado una presencia del concepto innovación en los
mensajes de los líderes chinos y sobre todo, un creciente incremento de
infraestructura relacionada con la innovación: incubadoras, parques
tecnológicos, etc. No en vano en ESEUNE Business School nos hemos sumado a esa
tendencia y a través de nuestra experiencia en el mundo de la innovación hemos
consolidado nuestra presencia en China consiguiendo ubicarnos en un Parque
Tecnológico, desarrollando una incubadora de startups, creando una
joint-venture con el gobierno local, etc.
De todas formas, ¿a qué se debe ese incremento en el número
de patentes? No es que los chinos hayan
descubierto su faceta creativa y emprendedora; es una reacción a una política
del gobierno. Se debe al 12º Plan Quinquenal (la Biblia que dirige los negocios
en China) que detalla el Plan Estratégico Nacional para el Desarrollo de
Patentes, en el cual, “por decreto”, se establece que las empresas chinas
deberán alcanzar los 2 millones de patentes en 2015 y que para ello se destinan
todo tipo de subvenciones e incentivos (siempre hemos comentado a nuestros
alumnos interesados en hacer negocios en China que el Plan Quinquenal ha de ser
una referencia clave).
¡Dos millones de pantentes! Es una buena propuesta de
intenciones, pero según los expertos la calidad de muchas de esta patentes está
en duda, como se detalla en el artículo “Patent Fiction” de The Economist. También hay alto porcentaje de patentes de
segundo nivel (relacionadas con el diseño) con respecto a patentes realmente relevantes
y disruptivas (inventos). Los más
críticos señalan que muchas de éstas últimas patentes, además, nos están a la
altura de los estándares globales. De
ahí que los expertos prefieran medir el estado real de la innovación en China
analizando el número de patentes que los chinos también presentan en oficinas
de patentes extranjeras (que son más rigurosas y transparentes). Además, cuando
una empresa china se toma la molestia de patentar a nivel internacional es
porque realmente confía en el valor de su invento. Y en este caso, solo el 5%
de las patentes registradas por empresas chinas en su país también fueron
registradas en el extranjero (solo 1 de
cada 20, cuando por ejemplo 1/3 de las patentes que las empresas
japonesas presentan en Japón también se patentan fuera).
Por otro lado, ese crecimiento en el número de patentes en
China en los últimos años ha correspondido prácticamente en su totalidad a
empresas locales, no a las divisiones chinas de las multinacionales allí
ubicadas.
De manera que todo parece indicar que la explosión de
patentes corresponde más a una orden política (China tiene como objetivo ser
referente mundial en innovación en las próximas décadas) que a una verdadera
eclosión innovadora por parte de las empresas. Las patentes están bien, son un
indicador. Pero la innovación es mucho más y únicamente a base de patentar no
se consigue una sociedad y una economía innovadora.
Es bueno para China que el país haya tomado rumbo hacia la
innovación. Pero el recorrido que le queda por delante es enorme. Una economía
innovadora se basa en una sociedad innovadora, en personas innovadoras. Y ese es un problema que conocemos muy bien los
que trabajamos en este campo en España.
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