Este
quinceañero de Maryland cumple los estereotipos del típico adolescente al que
no le invitan a muchas fiestas ni le eligen en la primera ronda para conformar los equipos en el recreo. Con un corte de pelo más propio de los Beatles
y los 60 que del hip-hop, aspecto desaliñado… Si te paras a pensar, en su día también
fueron atípicos genios como Einstein, Mozart, Wozniak o Jobs.
Hace
unos meses su familia fue golpeada por el cáncer. A su tío le diagnosticaron uno
de páncreas y una frase se escuchaba constantemente en casa de Jack: “no hay
nada que hacer”. Y tristemente, el guión siguió su curso imperturbable
llevándose consigo a su adorado tío.
La
rebeldía e incomprensión, propia de los chavales de su edad que todos perdemos
con el paso del tiempo, se apoderó de Jack: ¿cómo era posible que en pleno 2012
no hubiera más armas que la resignación
ante una enfermedad?
El
chaval comenzó la guerra por su cuenta. No
hay enemigo pequeño cuando uno tiene 15 años (todos parecen gigantes cuando
pasas de los 40).
Las
clases de ciencia del instituto dejaron de ser un mero trámite y se apasionó
por la química, los conductores, y en especial, por los nanotubos. Comenzó a
leer todo lo que guardaba relación con el cáncer, incluyendo publicaciones
científicas y material para doctores. Y, como no, los profesores le amonestaron
en varias ocasiones por dedicar las horas lectivas a leer estudios sobre los
nanotubos, el eje principal de la cruzada contra el cáncer de páncreas.
Y no
solo en clase; muchas horas robadas al
sueño y a partidos de baloncesto con los colegas, telas de araña en la Xbox,
meses si ver una película… Hasta que el talento, la constancia, la
perseverancia y la pasión….dieron su fruto. El joven Jack Andraka había
encontrado (al menos sobre el papel) un sistema de detección precoz de este
fulminante cáncer.
Jack
tenía asumido ya que una vez extendida la enfermedad, poco se podía hacer desde
el punto de vista médico. Por eso sus esfuerzos se centraron en la detección
precoz. Y ahí estaba: la fórmula cuadraba. Jack Andraka había encontrado un
método de detección que humillaba en registros a los que actualmente se
utilizaban, y contribuía, de esta manera, a salvar miles de vidas.
Emocionado,
con la ayuda de su padre, decidió contactar por correo electrónico con las
principales figuras de la ciencia de Estados Unidos. Institutos especializados,
oncológicos, centros de investigación… no quedó nada por batir. Pero con la
misma alegría que vivió el merecido entusiasmo de la victoria, saboreó el amargo
trago de la derrota.
La
soberbia y la incredulidad eran obstáculos demasiado elevados para superar, y
las “eminencias” que abrieron el correo del entusiasta Jack borraron la misiva
con una sonrisa complaciente. ¿Un niño de quince años me va a explicar cómo
detectar un cáncer?
Fueron
200 los científicos contactados. Y199 las negativas. Todos…menos uno.
Anirbar
Maitra, un patologista de la Universidad Johns Hopkins, no eliminó ese atípico
correo electrónico de un crio de 15 años de su bandeja de entrada. Primero le
llamó la atención. Después, le sorprendió. Y en tercer lugar, aceptó el reto y
respondió al email del osado estudiante de instituto ofreciéndole su
colaboración.
Juntos,
el científico de Johns Hopkins y el adolescente de Maryland, trabajaron durante
semanas, robando horas al sueño y a los fines de semana, hasta conseguirlo. La
madre de Jack recuerda los gritos de su hijo a las 2:30 de la madrugada la
noche en la cual él y su mentor consiguieron materializar físicamente la
revolucionaria teoría sostenida hasta entonces en un papel.
Los
mismos gritos de alegría que el joven Jack Andraka daría una semanas después al
recibir el ISEF, un premio para jóvenes talentos patrocinado por Intel. El
grito de la esperanza, el genio, la recompensa, la ilusión. Un grito que
demuestra al mundo que el talento no conoce ni edades ni fronteras; no se
esconde únicamente detrás de estereotipos, ni de las puertas con placa dorada
en laboratorios o universidades. ¿Qué hubiera sido de Jack si hubiese hecho
caso a sus profesores cuando le advertían por “descentrarse” y obsesionarse con
los nanotubos? ¿Qué hubiera pasado si sus padres no hubiesen acompañado a su
hijo en su pasión?
Probablemente
la ciencia no dispondría de un método de detección del cáncer de páncreas 168
veces más rápido, 400 veces mas sensitivo y 26.000 veces más económico que los
test convencionales.
Hoy
podemos decir que miles de personas salvarán su vida al ser detectado su cáncer
de páncreas con mayor antelación, gracias al talento de un chaval de 15 años.
La próxima vez que vayas al colegio a recoger a tu hijo, fíjate en esos
chavales. Llenos de fuerza, vitalidad, pasión, talento. Estas rodeado de genios
anónimos a los que solo hemos de dar….una oportunidad.
2 comentarios:
nice, very good.
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