Estamos viendo continuos recortes de personal en la industria del automóvil. Escuchamos comentarios como “ajuste de plantilla coyunturales…hasta que la situación se normalice”. ¿Acaso alguno piensa que eso será posible?
Ya lo anunciábamos en el libro “De la Empresa Jurásica a la Empresa Evolucionada” en el año 2002. Es el fin de una era. Y las empresas que no hagan sus deberes, desaparecerán. Se extinguirán, como los dinosaurios. Y las primeras en caer serán estas empresas del sector automoción.
Henry Ford, el padre de la industria de la automoción, con su fabricación continua, en cadena… buscando llenar América con millones de coches, es todo un icono del problema.
No es cuestión de aburrir al lector con una chapa sobre historia, así que avanzaré rápido. En 1929 llega la Gran Depresión que entre otras cosas alienta a los Fascismos de la vieja Europa que nos llevan directos a la II Guerra Mundial. Tras el caos, hay que reinventar el mundo y algo así se hace entre el 1 y el 22 de junio de 1944 en un complejo hotelero de New Hampshire llamado Bretton Woods. Bajo las directrices de gurús de la época como el americano Harry Dexter White y el británico John Maynard Keynes se establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados del mundo (allí se decide la creación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y el uso del dólar como moneda internacional)
Aquellos acuerdos de Bretton Woods entraron en vigor en 1946. El motor de la economía iba a ser el consumo. Los gobiernos han de hacer todo lo posible para que la gente consuma. De esta forma, las fábricas (fordismo) tendrían que trabajar a dos…a tres turnos…ampliar plantilla…porque hay que producir más…cientos de unidades al día….miles, millones… ampliar la fábrica…. comprar más máquinas…. comprar más materia prima…. dar trabajo a más gente… más gente que consume…. más productos que se necesitan… crecer, crecer, crecer…. consumir, consumir, consumir…
Ese ha sido el paradigma de las últimas seis décadas. El consumo es el motor de la economía y todos hemos de lubricarlo. Pero claro, en un momento determinado la gente (que venía de una Guerra en la que había quedado sin nada) ya tenía de todo. Pero el motor no se puede gripar. Hacen falta nuevos productos, productos que duren menos, estimular el deseo de tirar el viejo producto y adquirir uno nuevo… más caro… más completo….
Ese mundo ha generado unas tasas de insatisfacción desconocidas. Hoy la gente es menos feliz que hace cien años. Trabajamos para consumir; y cada vez tenemos que trabajar más, porque si no consumimos, el mundo que nos rodea nos hace parecer una mierda. El trabajador americano que sale de casa a las cinco de la mañana, malcome una puta hamburguesa en 30 minutos y curra hasta que el sol comienza a perderse por el horizonte del océano Pacífico, es todo un icono del ser humano que ha creado ese modelo: un pobre desgraciado atrapado en el sistema.
Lo que sucede ahora es que la gente se ha dado cuenta. No. No se trata de una crisis de créditos subprime, ni de una crisis bancaria, ni de una crisis finanicera…como algunos nos quieren hacer ver. Se trata de una crisis de sistema. Como en muchas ocasiones me han oído decir mis alumnos, no vivimos en una época de cambio…sino un cambio de época.
Las personas comienzan a darse cuenta que el consumo no genera satisfacciones (como decía el marketing…”satisfacer las necesidades del cliente”) sino que es el origen de muchas de sus insatisfacciones (entre ellas, la esclavitud de millones de personas que ven su trabajo como una condena).
La gente se ha preguntado: ¿Y qué pasa si no tengo una televisión de plasma de 42 pulgadas? ¿Y qué más da si en lugar de vestir con Armani me compro la ropa en Zara? ¿Y qué más da si la mesita del salón es de Ikea? ¿Y qué pasa si no cambio de coche cada cinco años? Y la respuesta no es simplemente “no pasa nada” sino que en muchos casos es “’¡joder! ¡Si soy más feliz!”
Volvamos a las empresas. Muchas de ellas han diseñado sus escenarios con dos premisas incuestionables según ellos:
- La gente no puede dejar de consumir (y si ellos no lo hacen, los chinos lo harán)
- Tenemos que crecer, para satisfacer ese consumo estimulado, pero eso si, con el dinero de los demás (en realidad con el dinero de los mismos consumidores). Las empresas necesitan endeudarse para funcionar. Son pocas las que funcionan con recursos propios (y estúpidas dirían muchos) y todo se basa en endeudarse: los consumidores para adquirir y las empresas para producir aquello que los consumidores desean consumir.
Y hay una tercera derivada, que si bien no es incuestionable, pocos quieren hablar de ella: el modelo nacido de Bretton Woods, basado en el consumo, plantea consumir “hasta el infinito” (¡y más allá!). Pero de la casualidad de que el mundo es “finito”. No hay recursos en el planeta para sostener el sistema.
Total, que no es una crisis financiera, sino crisis de sistema.
Vuelvo a los coches. Hoy leo que las acciones de Volvo caen un 21%, las de Reanult un 12,5%, las de Peugeot un 11%. Hace unos días dije que pronto íbamos a ver quebrar (desparecer…nada de “regular empleo”…sino desintegrarse completamente) en los próximos meses al menos tres grandes empresas de automóviles: una en USA (GM tiene todas las papeletas) otra en Europa y una en Asia.
No es que quiera dármelas de adivino. La cosa es clara. No pueden vivir sin un volumen de producción de la leche. Para ello como decía necesitan que la gente cambie de coche cada tres años. Y la gente, no es que no pueda (que no puede) sino que, aunque vuelva dentro de un par de años a “poder”, no le va a “dar la gana”. Además, el coche es algo cada vez más estúpido. Es casi imposible moverse con él por las ciudades; el 90% de su vida útil está parado (en el garaje de casa, en la calle cuando trabajamos); se lleva una buena tajada de nuestros ingresos (el seguro, las ruedas, mantenimiento, la plaza de garaje.
El primer dinosaurio, la primera empresa jurásica, está a punto de caer. ¿Qué especies sobrevivirán? Como decía mi gurú favorito, “no serán las más fuertes; ni tan siquiera las más inteligentes; las especies que sobrevivirán son aquellas que mejor se adapten al cambio”.
3 comentarios:
Resulta curioso lo facil que es hablar a toro pasado. Ahora todos asentimos al termino "cambio de era", pero hace excasos meses estoy era el "paradise". Mirabamos para otra parte. Todo era fantastico. Ahora todo el mundo felicita al señor Brown por intervenir en los bancos ingleses, pero cuando era ministro de economia de Blair se negó a regular la City londinense. Hace no muchos años el SR. Tubin (premio Nobel de Economia) abogó por instaurar una tasa del 1% sobre el movimiento de capitales a nivel mundial, y los dirigentes mundiales le trataron de seudo-socialista. Es ahora, la actitud de nuestros politicos la "socialista" (no quiero decir que sea mala) al nacionalizar bancos, aseguradoras, financieras, etc, y al asumir sus perdidas.
Es fantastico: Se premia (se le rescata de la bancarrota) al gestor que lo ha hecho mal, y no se ayuda al que lo ha hecho bien.
Es un mundo de locos...
Y mientras, los presidentes de las grandes financieras han hundido sus empresas y se han ido a sus casas de rositas y con una suculenta indemnizacion en sus bolsillos.
Este mundo... no tiene remedio.
No deja de sorprenderme que Wolfswagen haya subido, estos dias, mas de un 100% en bolsa por el aumento de capital de Porche.
"...se hace entre el 1 y el 22 de junio de 1994 en un complejo hotelero de New Hampshire..."
bien por el artículo ! me parece interesante. Un dato en el que creo se ha colado un 9, puede ser 1944.
agur,
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