Una nueva oportunidad para equivocarme. Seguro que muchos de vosotros os acordáis de mi apología del modelo eToys (que acabó en quiebra) o de aquel famoso artículo titulado “Diez factores estratégicos clave para el éxito de Terra”. Vamos, que el que tiene boca se equivoca y el que tiene un blog, no iba a ser menos; así que aprovecho esta ventana para comentar una noticia que ha saltado a los medios de comunicación estas semanas: Wall Street Journal anunció (desde su sitio web por supuesto) que una de las joyas de Internet, el sitio de descargas de videos online YouTube, estaba en el punto de mira de uno de los reyes del ciberespacio: Google. La cifra puesta sobre la mesa era significativa: 1.600 millones de dólares. Aun a riesgo de equivocarme (una vez más) la cifra me parece una pasada. No es que no vea claro el modelo de negocio; es que no hay -de momento- modelo de negocio.
Ante todo, estamos ante una baby-empresa: nacida en febrero de 2005, aún no ha cumplido los dos años de vida (sigue siendo un bebé). Al igual que muchas de las puntocom de finales del siglo XX, YouTube nació en un garaje estadounidense de la mano de dos chavales de veintitantos años (Chad Hurley y Steve Chen) que tenían una obsesión: en la Red existían miles de sites donde los usuarios compartían fotografías. ¿Por qué no desarrollar un sistema que permitiera a los usuarios compartir sus propios videos en Red? Se empeñaron hasta las cejas, consiguieron 12 millones de dólares de una empresa de capital riesgo (Sequoia Capital, la misma que invirtió en Google), superaron las dificultades técnicas, materializaron su idea y saltaron a la fama ¡todo ello en unos pocos meses!
YouTube es algo más que un espacio donde se comparten vídeos. Es un espacio para la creatividad, la libertad de expresión, la cultura popular y la reivindicación. Un escenario virtual donde cualquier persona puede participar, hacerse ver y oír. En YouTube cuelgan sus producciones adolescentes amateurs, directores consagrados o grandes multinacionales. Y se diferencia de otros sitios web porque no existen tarifas (ni para publicar ni para visionar). El crecimiento ha sido fulgurante: hoy son cerca de 50.000 los videos que se suben al sitio web cada jornada y la audiencia realiza 100.000.000 de descargas diarias (cifra anunciada por la compañía a mediados de julio de 2006). Pero los ingresos siguen siendo cero (la empresa vive de la aportación del fondo de capital riesgo). Además, son ya varios los emprendedores que intentan replicar el éxito de Youtube (Break.com, Metacafe.com, etc.) y, por supuesto, las empresas ya existentes (Yahoo, MSN, MySpace, la propia Google Video) las que desarrollan sistemas para que los usuarios compartan videos. Incluso un imitador chino (yoqoo.com). Por otro lado, YouTube no escapa a la atenta mirada de la ley y la protección de los derechos de autor. Sin duda existen ciertas semejanzas entre Napster (los usuarios en este caso compartían ficheros de música –aunque desarrollada por terceros, no por ellos mismos) y YouTube. Aunque el objetivo es difundir vídeos desarrollados por el propio autor, en YouTube hemos visto y vemos vídeos extraídos de la televisión, clips musicales, partes de películas….En definitiva, contenidos con los cuáles pueden estar siendo violados determinados derechos de autor.
Supongo que Google habrá visto en YouTube posibilidades de negocio a través de la publicidad, como hace con su buscador (ubicando publicidad de pago de productos y servicios relacionados con el contenido, en este caso, con los videos). Google tiene ya una base impresionante de anunciantes en todo el mundo con los cuáles puede capitalizar los millones de visitantes diarios que visionan los videos de YouTube cuya treintena de empleados que trabajan en la Sede de San Mateo, California, cobra su sueldo, de momento, tirando del capital social de la compañía, al no tener operativa por el momento una fuente de ingresos directa. Pero, aún siendo la publicidad una fuente de ingresos importante, no la veo lo suficientemente atractiva como para amortizar esos mil y pico millones de dólares de los que se hablan.
Ante todo, estamos ante una baby-empresa: nacida en febrero de 2005, aún no ha cumplido los dos años de vida (sigue siendo un bebé). Al igual que muchas de las puntocom de finales del siglo XX, YouTube nació en un garaje estadounidense de la mano de dos chavales de veintitantos años (Chad Hurley y Steve Chen) que tenían una obsesión: en la Red existían miles de sites donde los usuarios compartían fotografías. ¿Por qué no desarrollar un sistema que permitiera a los usuarios compartir sus propios videos en Red? Se empeñaron hasta las cejas, consiguieron 12 millones de dólares de una empresa de capital riesgo (Sequoia Capital, la misma que invirtió en Google), superaron las dificultades técnicas, materializaron su idea y saltaron a la fama ¡todo ello en unos pocos meses!
YouTube es algo más que un espacio donde se comparten vídeos. Es un espacio para la creatividad, la libertad de expresión, la cultura popular y la reivindicación. Un escenario virtual donde cualquier persona puede participar, hacerse ver y oír. En YouTube cuelgan sus producciones adolescentes amateurs, directores consagrados o grandes multinacionales. Y se diferencia de otros sitios web porque no existen tarifas (ni para publicar ni para visionar). El crecimiento ha sido fulgurante: hoy son cerca de 50.000 los videos que se suben al sitio web cada jornada y la audiencia realiza 100.000.000 de descargas diarias (cifra anunciada por la compañía a mediados de julio de 2006). Pero los ingresos siguen siendo cero (la empresa vive de la aportación del fondo de capital riesgo). Además, son ya varios los emprendedores que intentan replicar el éxito de Youtube (Break.com, Metacafe.com, etc.) y, por supuesto, las empresas ya existentes (Yahoo, MSN, MySpace, la propia Google Video) las que desarrollan sistemas para que los usuarios compartan videos. Incluso un imitador chino (yoqoo.com). Por otro lado, YouTube no escapa a la atenta mirada de la ley y la protección de los derechos de autor. Sin duda existen ciertas semejanzas entre Napster (los usuarios en este caso compartían ficheros de música –aunque desarrollada por terceros, no por ellos mismos) y YouTube. Aunque el objetivo es difundir vídeos desarrollados por el propio autor, en YouTube hemos visto y vemos vídeos extraídos de la televisión, clips musicales, partes de películas….En definitiva, contenidos con los cuáles pueden estar siendo violados determinados derechos de autor.
Supongo que Google habrá visto en YouTube posibilidades de negocio a través de la publicidad, como hace con su buscador (ubicando publicidad de pago de productos y servicios relacionados con el contenido, en este caso, con los videos). Google tiene ya una base impresionante de anunciantes en todo el mundo con los cuáles puede capitalizar los millones de visitantes diarios que visionan los videos de YouTube cuya treintena de empleados que trabajan en la Sede de San Mateo, California, cobra su sueldo, de momento, tirando del capital social de la compañía, al no tener operativa por el momento una fuente de ingresos directa. Pero, aún siendo la publicidad una fuente de ingresos importante, no la veo lo suficientemente atractiva como para amortizar esos mil y pico millones de dólares de los que se hablan.
1 comentario:
Pero no lees el periodico o que??
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