La semana pasada en Washington comentaba con mi amigo, el Profesor de Georgetown Jose Luis Guerrero-Cusumano, un rumor que cada vez circula con más intensidad por Wall Street: existe la posibilidad de que se vuelva a generar una nueva burbuja en torno a Internet, como la que se formó a finales de los 90 y explotó a comienzos de este siglo.
Sucede como cuando se forman las galernas: dos fenómenos metereológicos concretos, incompatibles, coinciden en el espacio y en el tiempo y se levanta el temporal. En este caso, los fenómenos incompatibles que pueden provocar el “huracán” especulativo son dos: mucho capital y pocas ideas.
Los fondos de capital riesgo y las firmas inversoras han abierto de nuevo el grifo del capital hacia el depósito de las empresas de Internet, lo que podría originar la creación de una nueva burbuja. Un ejemplo lo constituyen los sites dedicados a la difusión de videos. Solo en los tres primeros meses de este año, las firmas de inversión financiaron 761 empresas con 5.600 millones de dólares, un 12% más respecto al mismo período del año anterior y el porcentaje más elevado desde 2002. El sector que está recibiendo más dinero es el ocio online (del cual ya hemos hablado en varios artículos de este blog). En el negocio de los vídeos online existen ya cerca de doscientas nuevas compañías (sin mencionar las grandes que dominan el sector como Yahoo, Google y CBS) como VideoEgg y Video Bomb, Blinkx.TV y Blip.TV, Guba y Grouper. Todos esos negocios intentan emular el éxito de YouTube. Sin duda el mercado tiene cabida para tres o cuatro empresas más como ella, pero en los últimos meses se han financiado por parte de los inversores demasiados “imitadores”.
Otros negocios que están recibiendo importantes inyecciones de capital son los dedicados a los blogs y las redes sociales: según Dow Jones VentureOne, 254 millones de dólares invertidos en la primera mitad del año (suponen ya más que todo lo destinado a este sector en 2005).
Probablemente la actividad inversora no alcanzará los niveles de irracionalidad de finales de los noventa. Pero cabe la posibilidad de que el hombre se convierta en el único animal que tropieza dos veces en la misma burbuja.
Sucede como cuando se forman las galernas: dos fenómenos metereológicos concretos, incompatibles, coinciden en el espacio y en el tiempo y se levanta el temporal. En este caso, los fenómenos incompatibles que pueden provocar el “huracán” especulativo son dos: mucho capital y pocas ideas.
Los fondos de capital riesgo y las firmas inversoras han abierto de nuevo el grifo del capital hacia el depósito de las empresas de Internet, lo que podría originar la creación de una nueva burbuja. Un ejemplo lo constituyen los sites dedicados a la difusión de videos. Solo en los tres primeros meses de este año, las firmas de inversión financiaron 761 empresas con 5.600 millones de dólares, un 12% más respecto al mismo período del año anterior y el porcentaje más elevado desde 2002. El sector que está recibiendo más dinero es el ocio online (del cual ya hemos hablado en varios artículos de este blog). En el negocio de los vídeos online existen ya cerca de doscientas nuevas compañías (sin mencionar las grandes que dominan el sector como Yahoo, Google y CBS) como VideoEgg y Video Bomb, Blinkx.TV y Blip.TV, Guba y Grouper. Todos esos negocios intentan emular el éxito de YouTube. Sin duda el mercado tiene cabida para tres o cuatro empresas más como ella, pero en los últimos meses se han financiado por parte de los inversores demasiados “imitadores”.
Otros negocios que están recibiendo importantes inyecciones de capital son los dedicados a los blogs y las redes sociales: según Dow Jones VentureOne, 254 millones de dólares invertidos en la primera mitad del año (suponen ya más que todo lo destinado a este sector en 2005).
Probablemente la actividad inversora no alcanzará los niveles de irracionalidad de finales de los noventa. Pero cabe la posibilidad de que el hombre se convierta en el único animal que tropieza dos veces en la misma burbuja.
1 comentario:
El hombre, sobre todo en economia, no suele aprender de sus errores.
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