Hace unos días escribía un post en el que decía que cuando descompongo el PIB español me pongo a llorar: un porcentaje importante del mismo corresponde a sectores que están muy tocados. La baja productividad de muchos sectores es más que preocupante.
Los que me siguen en este blog o me aguantan en las aulas saben que llevo años avisando sobre la que nos viene encima en el sector turístico. Hoy hemos sabido que en el último mes (febrero) hemos perdido un 16% de turistas con respecto al mismo mes de 2008.
No han tardado en salir quiénes argumentan que es algo coyuntural por causa de la crisis (como no, entre ello, el Ministro del ramo). Cierto es que los países emisores (los que nos mandan turistas en manadas) están atravesando una época dura (por ejemplo los británicos); pero esta situación no puede convertirse en el árbol que no deje ver el bosque.
En los últimos años España se ha convertido en un destino de chancletas y chiringuitos. El aspecto de la primera fila de algunos de nuestros destinos es lamentable: apartamentos de cartulina, restaurantes de mantel de papel y fritangos, hoteles anclados en la noche de los tiempos, playas con overbooking… En algunos destinos se ha popularizado el infame “all-inclusive”: manadas de guiris llegan en vuelos charter, les meten en un autocar y les llevan a un hotel donde les ponen una pulsera de color lila como al ganado y disponen durante siete días y siete noches de toda la Cruzcampo que su cuerpo sea capaz de asimilar, empanadillas ultracongeladas, gazpacho para tomar con pajita y paellas de marisco en las que el mejillón es el único protagonista. Claro está, los turistas, Cruzcampo en mano, no salen de la piscina y consecuentemente el consumo en restaurantes, discotecas, heladerías, tiendas de regalo y demás negocios varios de la zona no reciben visita alguna de los hijos de la Gran Bretaña que tienen por bien visitar la vieja piel de toro (más vieja y cutre que nunca).
Mientras tanto, nuestros competidores han aprendido a hacer la “o” con un canuto y los turoperadores que mueven al ganado del gélido Centroeuropa en busca de aires más templados centran sus ojos (y sus carteras) en Turquía, Crocacia, Bulgaria, Túnez, Marruecos y demás países con los cuáles, en costes, es muy difícil competir, aún sustituyendo el bistec por el chóped y la merluza por el fletán.
El turismo en este país precisa una urgente redefinición; diferenciación en oposición a la imitación; innovación en busca del valor.
Mientras tanto, asistimos a la caída de visitantes (del Reino Unido un 22% en lo que va de año; de Alemania un 11,1% menos; de Francia un 13,5%. Solo suben las cifras de “turistas” procedentes de América del Sur y Centroamérica (un aumento del 34,7%)
Vivimos en la era digital; hemos inaugurado el siglo de las ciencias de la vida; la tecnología forma parte de nuestro entorno contidiano; No puede ser que el mundo de las organizaciones empresariales permanezca inalterado. Creemos que ha llegado el momento en el cual las organizaciones deben despojarse de los ropajes de la empresa heredada de la revolución industrial y construirse un vestido acorde a los tiempos. Bienvenid@ al Blog de la Evolución y la Innovación (Enrique de la Rica)
lunes, marzo 23, 2009
martes, marzo 17, 2009
La hora Camps
Es la hora Camps; la hora de "tomar medidas" a través de un "sastrecillo valiente" (porque con un nombre tan taurino uno puede ser de todo...menos cobarde)
Bromas al margen...ha llegado la hora de tomas medidas drásticas porque la crisis ha llegado a ese momento clave en la uno se juega el todo por el todo.
¿Recuperación o depresión? ¿Inflación o deflación? ¿Qué nos espera a la vuelta de la esquina?
Personalmente no comparto el optimismo de algunos economistas (obvio comentar el optimismo desaforado de nuestros gobernantes porque, como he comentando en otras ocasiones, o “no tienen ni idea” o nos están “tomando el pelo”; a día de hoy sigo sin tener claro cuál de las dos opciones es peor) que atisban en el horizonte el final de la crisis.
Mi argumento es sencillo. ¿Cuál fue el detonante de la crisis? Aunque algunos parece que ya no lo recuerdan, fueron los llamados “activos tóxicos”. A fecha de hoy todavía no se sabe la cantidad de activos tóxicos que continúan en poder de las entidades financieras. Hasta que no “descontaminemos” el suelo, no podremos comenzar a construir. Y como todavía no sabemos hasta qué profundidad habremos de seguir excavando para extraer residuos tóxicos, creo que es pronto para organizar la fiesta de inauguración del centro comercial.
Algunos hablan de “volver a la normalidad” en 2010. Pero, ¿a qué llamamos “normalidad”? Una cosa tengo clara: lo que muchos consideran “normalidad” no va a regresar; al menos en mucho tiempo. Esa orgía desenfrenada de créditos al consumo, hipotecarios a 50 años para el 120% del valor de una vivienda, leasings, rentings… no regresará en años. Las entidades financieras deberán redefinir el concepto “normalidad”, al igual que las personas, las familias y muchas empresas (como el sector de la automoción)
Ahora bien, no regresar a la “era del desenfreno”, a los tiempos de la “liquidez perpetua” y las “orgías consumistas”, no implica necesariamente caer en una depresión. Ahora que celebramos el bicentenario de Charles Darwin hemos de recordar que la humanidad se adapta a los cambios para sobrevivir, y eso es lo que toca.
Deflación, caída generalizada de precios, paro… lo que se conoce como “depresión”, tampoco lo veo. Eso creo que es algo ya superado (del crack de 1929, del siglo XX). En algún momento la tendencia cambiará; y solo tengo un argumento para defender esta teoría: sigue habiendo pasta a tutiplé. Esta crisis se ha llevado por delante mucho, mucho dinero (basta con leer lo que han perdido los amigos de la lista de Forbes). Pero eso no significa que el dinero haya “desaparecido” o se haya “destruido”. Sigue habiendo mucho dinero. Y el dinero se caracteriza por una serie de cosas: es nervioso e impaciente (no puede estarse quieto); es cauto (y más con la que ha caído); y tiene ganas de marcha (necesita encontrar rentabilidad)
Ese dinero está esperando una señal. Por supuesto que no será la Bolsa (nuestros nietos no sabrán lo que era Wall Street y tendremos que explicárselo contando alguna batallita sobre la pasta que perdimos en su día con acciones de tal empresa….), ni el ladrillo… El dinero está buscando operaciones rápidas y seguras aunque supongan baja rentabilidad (eso de invertir 10 millones en un solar y esperar 5 años para ver como se convierten en 30 millones, con un elevado riesgo…pasa a la historia).
Dinero haberlo haylo, de manera que no vamos a entrar en una depresión apocalíptica. Necesitamos nuevos “conceptos” para definir la que nos viene encima.
Porque sin duda, lo peor está por llegar.
Un PIB en ruinas
Nuestro PIB tiene un problema mayor que la recesión: la desesperación. No hay por dónde agarrarlo. Se han agotado las fuentes de crecimiento, los elementos que han traccionado de su crecimiento en los últimos quince años, y no hay en el horizonte una locomotora que sustituya a esas fuentes de crecimiento
El principal factor que ha contribuido a un favorable crecimiento de nuestra economía durante algo más de una década ha sido la construcción, traccionada fundamentalmente por unos tipos de interés a la baja (boom de la vivienda) y por los fondos de cohesión comunitarios (obra pública). Aquellos fondos estructurales, no solo modernizaron nuestras infraestructuras (autopistas, aeropuertos, líneas de tren de alta velocidad, puertos…) sino que generaron de forma directa 375.000 empleos directos más otros cientos de miles indirectos. Pero con las sucesivas ampliaciones de la Unión Europea, España se convierte en contribuidor neto y aquella fuente de crecimiento se agota.
Por otro lado, la inversión extranjera directa está cayendo. Las empresas multinacionales hace años que dejaron de fijarse en España para centrar sus miradas en los antiguos países del Este y en los tigres asiáticos. De los 36.000 millones de dólares de inversión extranjera directa en 2002 se cayó a solo 10.000 millones en 2004 y en 2007 la cifra no alcanzó los 5.000 millones. Las multinacionales ubicadas en España invierten lo justo para pintar las fachadas de las pocas fábricas que les quedan en la vieja piel de toro y para renovar algún mueble de sus oficinas. La convergencia salarial con los países de la Unión Europea hace que nuestra mano de obra ya no sea económicamente atractiva. Y no es solo que las multinacionales abandonen nuestro país; cada vez son más las empresas españolas que trasladan su actividad productiva a otras latitudes, desde la industria (textil, calzado, automoción, electrodomésticos…) hasta los servicios (ya sean poco cualificados, como los call-center en Perú o cualificados como el diseño y la creatividad publicitaria en Argentina o la programación en India)
Para muchos, la situación no tiene por qué ser tan alarmante, porque, si bien algunos elementos de nuestra economía se ralentizan (producción industrial, construcción…), el principal generador de recursos para nuestro PIB no se agotará (al menos en los próximos mil millones de años): el sol. Afirmativo. Pero no lo es menos que el crecimiento de nuestra principal fuente de ingresos, el turismo, es cuanto menos incierto. En 2008 se volvió a batir el record de turistas que visitaron nuestro país. Pero por otro lado, descendieron un 2% los ingresos (por la presión sobre el precio que ejercen los grandes tour operadores). Nos vistan más…e ingresan menos. Y mientras tanto, los empresarios del sector ven como sus costes se incrementan constantemente: los alimentos, la mano de obra, la energía, los servicios… Durante las últimas décadas España ha sido receptor de millones de turistas que, movidos por los grandes tour operadores, acudían a destinos baratos. Precios y sol fueron los dos grandes argumentos. Pero ahora España ya no tiene unos costes tan bajos. No alterar los precios significa reducir los márgenes. Siguen llegando más turistas que nunca, aumentan los ingresos, pero se reduce la rentabilidad. Además, esta práctica tiene un límite. ¿Qué sucederá cuando no sea posible seguir ofreciendo a los grandes tour operadores y mayoristas unos precios tan competitivos? ¿Cambiarán éstos sus destinos hacia países como Turquía, Túnez, Marruecos, Montenegro, etc.? Si ello llega a suceder, ¿cómo reposicionamos el sector?
Cierto es que muchas de estas cosas se sabían de antemano: que los fondos estructurales no serían eternos; que España dejaría de ser un país con mano de obra barata; etc. Pero, ¿hemos hecho bien los deberes para afrontar esta situación? La economía del ladrillo fue una economía del presente que hipotecó nuestro futuro.
La educación deja mucho que desear (lo muestra desde el informe PISA –con pruebas que sitúan a nuestros adolescentes en el puesto veintitantos del ranking- hasta el prestigio de nuestras Universidades –ninguna entre las 50 mejores de la UE y ninguna entre las 100 mejores del mundo), España es uno de los pocos países occidentales en los cuales la productividad desciende (PIB entre personas que trabajan) mientras vemos como, a pesar de ser la quinta economía de la UE, se ocupa el furgón de cola en I+D (decimocuarta posición) y en inversión de las empresas en TIC en relación al Producto Interior Bruto (decimoquinta posición).
Las consecuencias van a ser graves porque, en contra de lo que algunos piensan, la fiesta no ha hecho más que empezar. La baja productividad de nuestras empresas (un 50% en relación a las estadounidenses y un 15% por debajo de la media de la Unión europea de los 15) nos pasará factura en los próximos años. Otras potencias económicas aguantarán el chaparrón gracias a su presencia en mercados internacionales que crecen (como China e India). El déficit comercial español y el bajo nivel de internacionalización de nuestra economía (en especial de las pequeñas y medianas empresas) impedirá a nuestro país utilizar esa válvula de escape.
Mirando la descomposición de nuestro PIB…me pongo a llorar. No veo nada alentador. La mitad corresponde a sectores muy poco competitivos. Muchos dicen ahora que “necesitamos innovación”. Cuando unos pocos decíamos hace diez años (cuando se decía aquello de “España va bien!”) que España iba mal encaminada y necesitábamos innovación, nos miraban como a extraterrestres (“las cosas van muy, muy bien…y nada parece indicar que puedan ir a peor”…me llegó a decir enojado un asistente a una de mis conferencias)
La capacidad de reacción del Gobierno está siendo peor que nula: perjudicial. Porque cuando uno no hace nada ya que no sabe qué hacer, al menos es consciente de que la pasividad agravará el problema. Pero cuando uno hace algo absolutamente inútil creyendo que con ello mejorará la situación, no solo está impidiendo que el problema se resuelva, sino que ignora la realidad y la situación se agrava sin ser consciente de ello. El “Plan E” ha demostrado ser lo que muchos pensaban cuando se presentó: Estúpido.
Yo soy el primero que digo que más vale un mal Plan que no tener ningún Plan. Pero el problema es que el “Plan E” no es ni tan siquiera un mal plan… No es nada.
Cuando hablamos de planes estamos hablando de reformas estructurales (y poner a miles de personas a cavar zanjas no es una reforma) para evitar que nuestro país se “japonice” (nuestro PIB comience a desangrarse a lo bestia).
1. Tenemos que abordar una profunda remodelación del mercado laboral
Por ahora solo los “políticamente incorrectos” nos atrevemos a decirlo: hay que flexibilizar el despido. No digo abaratarlo…sino flexibilizarlo, porque únicamente abaratarlo no es suficiente. Cuando hablo de “flexibilizarlo” hablo de facilitar los trámites, eliminar el proceso de estigmatización social que se genera en torno a una empresa o empresario que despide, etc. Ver el despido como algo normal en una economía de libre mercado normal. Al margen por supuesto de reducir drásticamente las indemnizaciones.
Sin esa flexibilización muchas empresa van a morir. Hay empresa que necesitan despedir hoy al 10% de la plantilla por la reducción de sus ventas o pedidos (un hecho constatable!) y no pueden hacerlo porque no disponen de liquidez para las indemnizaciones y consecuentemente su situación se agrava –no están “entre la espada y la pared” sino entre “dos espadas” que aprietan cada vez más y desangran a las empresas: por un lado no llegan las ingresos y por otro no pueden reducir los coste laborales- lo que está abocando a la quiebra a miles de empresa.
Un país con millones de parados es una desgracia. Pero puede haber algo mucho peor: un país con millones de parados y sin empresas que puedan ofrecerles un empleo a corto plazo. El gobierno y los sindicatos se afanan en proteger a los trabajadores (rectifico…en el caso de los sindicatos solo a los trabajadores con trabajo), cuando lo que hay que proteger son los trabajos, es decir, las empresas.
En España hay 3 millones de PYMES de menos de 50 trabajadores. Si todas ellas pudieran contratar a una persona, se acabaría con el paro. Si por el contrario dejamos morir al 10% de esas empresas tendremos otros 3 millones más parados…. ¡Este país necesita medidas para salvar las empresas! Comenzando por las reducciones de las cotizaciones de la seguridad social. El servicio de estudios del BBVA propone bajar en 3,5 puntos las cotizaciones sociales a las empresas (aunque también propone subir en dos puntos el Impuesto sobre el Valor Añadido para que la medida sea "neutral" en términos de recaudación, ya que la subida del IVA compensaría la bajada de las cotizaciones -no disminuirían los ingresos tributarios en una año con déficit brutal- y, según el BBVA, se crearían 280.000 puestos de trabajo y se aportaría medio punto al crecimiento del PIB)
Como decía en otro post, una subida del IVA al 18% no es la mejor idea para estimular un consumo que decrece a marchas forzadas (y este considero que es uno de los principales elementos sobre los que hemos de incidir: que la gente consuma). De poco sirve que la gente trabaje, si no consume (pero claro, es una recomendación de un banco: siempre pueden hacer imposiciones a renta fija).
Algunos dicen que bajar los impuestos a las empresas y flexibilizar los despidos no genera empleo. Claro que no. De otra forma el problema del paro se resolvía con un par de decretos. Bajar impuestos no crea empleos. Pero puede permitir que muchas empresas sobrevivan; y sin empresas que sobrevivan no habrá más empleo, sino mucho más paro.
Existe una gran demagogia entorno a todo esto; cuando se habla de flexibilizar el despido, reducir impuestos a las empresas, etc. son muchos los que saltan al cuello aludiendo a Botín, la CEOE, Amancio Ortega… diciendo que eso solo sirve para hacer ricos a los “empresarios”… Mucha gente tiene una idea equivocada del concepto “empresario”. Los Botines, Boludas, Florentinos, Pozeros… se pueden contar con los dedos de unas pocas manos. Pero existen en este país millones de pequeños EMPRESARIOS (con mayúsculas) a los que se les está estrangulando desde la banca, el Gobierno y la demagogia.
De todas formas…quiero recordar una cosa: estamos ante la mayor crisis de la historia reciente. Salvar las empresas no es un capricho…sino una imperiosa necesidad, si no queremos seguir cayendo hasta un profundo abismo. Si no salvamos a nuestras empresas España se va a caer de la lista de países desarrollados y dentro de cuatro o cinco años nos compararemos con el “segundo mundo” (no con países como Somalia pero si con Argentina, Perú, Ecuador, Indonesia…)
Si protegemos en exceso a los trabajadores estaremos condenando a los parados. Aunque resulte paradójico, en la situación de excepcionalidad en la que vivimos solo desprotegiendo a los trabajadores estaremos protegiendo el empleo. Son muchos los que hablan de conquistas sociales irrenunciables… pero en ocasiones la única posibilidad de superar un obstáculo pasa por dar unos pasos hacia atrás…para poder impulsarnos hacia adelante.
Por otro lado, el grave problema de productividad de las empresas españolas no se resuelve únicamente a base de reducir costes salariales. Se ha de trabajar a fondo en materia de innovación…y como bien saben quiénes me siguen…la innovación pasa por las personas. Solo las organizaciones que atraigan, fidelicen y utilicen el talento de las personas, podrán evolucionar de forma significativa. Es una paradoja hablar de flexibilizar el despido y fidelizar el talento, pero no una contradicción: ambas cuestiones son necesarias…porque solo yendo en una de esas direcciones (reduciendo costes o incrementando el valor) se mejora la productividad.
Es difícil involucrar a las personas siendo el país de la UE con mayor porcentaje de trabajadores temporales (superior al 30%, frente a una media en torno al 15% en la UE). Pero esto es así por las consecuencias de las elevadas indemnizaciones para los contratos fijos que han “segmentado” el mercado de trabajo en “fijos” y “temporales
2. Reducir los salarios
Nuestros salarios son de Disneylandia: una fantasía irreal si los analizamos en relación a la productividad.
Los costes salariales españoles son demasiado elevados en comparación con los europeos al analizar la productividad de nuestras empresas. La gente conduce coches alemanes, cobra como trabajadores alemanes…y produce como trabajadores checos. Trabajadores que conducen un BMW y empresas cuya productividad es tan baja nos llevan a la ruina. Nuestros trabajadores han de conducir Skodas porque nuestras empresas no son tan competitivas como las alemanas. Necesitamos urgentemente aumentar la productividad para poder mantener los salarios o, de lo contrario, actualizarlos (congelarlos como pretende Volkswagen para salvar la factoría de Seat en Barcelona o incluso reducirlos; muchas PYMES no sobrevivirán si no reducen un 15% sus salarios…ya que a corto plazo no van a ser capaces de mejorar su productividad optimizando procesos)
El problema es que nos hemos acostumbrado al BMW, la tele de 47 pulgadas y varias vacaciones al año (para esquiar en navidades, playita en verano y escapaditas a hoteles con encanto entre ambas). Solo reconociendo entre todos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades abordaremos este necesario reajuste sin tensiones ni sobresaltos.
Porque aún no he hablado de ello… ya que seguro tendré que dedicar otro artículo en un futuro no muy lejano… La tensión social no solo se masca en el ambiente…sino que nos viene encima de forma imparable.
Sin medidas estructurales no se va a solucionar la crisis española (nuestra particular crisis)…aún solucionándose la crisis global. Y como la solución de la segunda tampoco está claro sea inminente…blanco y en botella…leche! Nada parece indicar que podamos evitar los 5 millones de parados, un déficit cercano al 10%... y que no se puedan pagar subsididos por desempleo, etc. Si no hacemos nada para evitarlo (si no tomamos medidas estructurales ya) el problema se agravará y dentro de unos meses (otoño de 2009) tendremos serios conflictos sociales en las calles: huelgas generales, manifestaciones, etc.
3. Redefinir el Estado de las Autonomías
Otra de las cuestiones en las que muchos no quieren meterse porque sin duda es un berenjenal de tres al cuarto. Pero el Estado de las Autonomías agrava la crisis.
Hace poco hemos visto a los policías manifestándose por las calles de Madrid (de forma pacífica…porque de otra manera hubiese resultado curioso ver como se autodisuelven a ellos mismos) exigiendo equiparar sus sueldo a los de otros policías. Y es que en ningún otro país del mundo existen tantos cuerpos de policía por ciudadano como en el nuestro: Mossos, Ertzainas, Nacionales, Guardia Civil, Forales, Miñones…por no hablar de los municipales de cada localidad…sea grande o pequeña. Al margen de la duplicación de funciones en muchos estamentos, todos quieren cobrar como el que más cobra…sean funcionarios de justicia, policías, médicos…
También en estos días asistimos a otro conflicto, en este caso relacionado con la Ley del Aborto. Los políticos esgrimen un argumento cuando hablan de la necesidad de modificar dicha Ley: fue creada hace tantos años…que es necesaria una actualización para adaptarla a los nuevos tiempos. ¿Y qué sucede con el Estado de las Autonomías plasmado en la Constitución Española en la noche de los tiempos? Muchos de los lectores de este artículo no habían nacido. Se perfiló en la era en la cual las películas de Esteso y Pajares arrasaban en las taquillas (las “Autonosuyas”)
Simplificando mucho (no soy para nada experto en la materia…vamos…que no tengo ni idea y no quiero meter la pata más de lo que lo hago habitualmente) el Estado de las Autonomías fue una canalización de la pluralidad étnico-lingüistica de este país, de los diferentes derechos históricos que fueron abolidos a lo largo del siglo XX y de las diferentes sensibilidades nacionalistas. Bonito si, pero de práctico nada. Cuando hay un accidente de tráfico en la “frontera” entre dos Comunidades Autónomas los conductores de la ambulancia se hacen un lio para decidir hacia qué hospital se dirigen (en ocasiones tienen que recorrer más kilómetros para trasladar a los heridos “dentro” de la Comunidad). Hay Comunidades que denuncian a otras ante los Tribunales por sus políticas fiscales (incluso compañeros de un mismo partido que defienden cada uno los intereses de sus propia Comunidad). Hay un Cristo montado con la financiación de muchas de esas Autonomías. Un follón de tres narices con el tema del agua… Y todo ello en un país de 45 millones de personas con 17 Autonomías. Hombre…en Estados Unidos se comprende un federalismo tal (California tiene casi tantos habitantes como España y varios Estados mayor superficie que nuestro pequeño país). Hemos creado los Estados Desunidos de Iberia.
No es una cuestión política, sino económica. Hay empresas Norteamericanas que han desestimado instalarse en España porque no es un país, sino 17. Por poner un ejemplo, una empresa con la que trabajo, dedicada a reciclar residuos industriales, si tiene un pico de actividad en Navarra y camiones y personas paradas en Alava no puede destinarlos a resolver el pico de demanda en la otra Comunidad porque no tiene permisos o porque sus trabajadores desconocen los procesos en la misma (ya que cada Comunidad tiene su propio reglamento). Lo hemos visto con el problema cinegético de Bermejo…que estaba cazando con licencia de Castilla la Mancha en Andalucía y como se había dejado el GPS en casa…. Parece una coña…pero de la misma manera que un cazador necesita 17 licencias para cazar o pescar en este pequeño país…algo similar les sucede a muchas empresas.
Pero lo que sería simplemente una anécdota adquiere tintes de complejo problema cuando llegan las épocas de vacas flacas. Con un déficit de órdago no tardarán en llegar los problemas para la financiación de tantos millones de funcionarios en tantas administraciones duplicadas. En algunos casos, no solo es un engorro para el ciudadano (o un problema gravísimo como hemos visto en el caso de la justicia…con la gran “desconexión” entre juzgados) que ve como su expediente médico no es accesible desde el ordenador del ambulatorio de Murcia…donde estaba de vacaciones…porque el sistema informático de su Comunidad es diferente…(en algunos casos….todos los sistemas son diferentes en todas las Comunidades) sino un grave problema de despilfarro.
Estos días hemos visto como el problema de la financiación de las Autonomías está llevando a muchas empresas a la quiebra: algunas llevan hasta dos años de retraso en los pagos a pequeñas y medianas empresas. Y lo peor no es que no hayan pagado…sino que a partir de ahora va a resultar más difícil que puedan pagar.
Este es un país que siempre agarra el rábano por las hojas. Llenamos páginas de periódicos y horas de tertulia hablando del buga de Touriño…pero…¿sabe alguien a cuantas unidades asciende el parque automovilístico de todas las Autonomías juntas? Los coches de los presidentes (los tiquet del Taxi de Revilla), de los consejeros…de los diputados forales… ¡Cuanto dinero se nos va por el desagüe autonómico! Sobre todo ahora…que lo necesitamos más que nunca. Por eso, dejar en suspenso determinadas competencias, no creo que sea una idea demasiado alocada.
4. Redefinir el tiempo y el espacio
Para consumir tenemos que tener dinero; para tener dinero tenemos que trabajar; pero trabajamos tanto que no tenemos tiempo para consumir.
Una medida digna de analizar sería la de la reducción de las jornadas laborables. La gente podría trabajar a media jornada…así dedicaría la otra media a muchas otras cosas…entre ellas a consumir. O podríamos reducir la semana laborable a cuatro días. Si a la gente le das más tiempo para estar fuera de su trabajo… termina por consumir.
Otra medida que podemos implantar es la libertad de horarios comerciales; sobre todo los domingos y festivos. Es patético ver a miles de personas en un Centro Comercial un domingo lluvioso…con todas las tiendas cerradas; a la gente hay que darle más oportunidades para consumir. Porque necesitamos urgentemente que la gente consuma.
Libertad temporal y mucha más movilidad espacial. Resulta patético comprobar lo inmóviles que somos los ciudadanos de este país (¡yo el primero! Nací en Bilbao, fui al colegio en Bilbao, estudié mi carrera en Bilbao, trabajo en Bilbao, me casé en bilbao, mis hijos han nacido en Bilbao...) Tenemos escasa predisposición a movernos hacia donde se encuentran las oportunidades. Es un factor cultural y económico (desarrollo de un mercado de alquiler de viviendas, viviendas sociales que favorezcan la movilidad geográfica de los trabajadores, etc.)
Bromas al margen...ha llegado la hora de tomas medidas drásticas porque la crisis ha llegado a ese momento clave en la uno se juega el todo por el todo.
¿Recuperación o depresión? ¿Inflación o deflación? ¿Qué nos espera a la vuelta de la esquina?
Personalmente no comparto el optimismo de algunos economistas (obvio comentar el optimismo desaforado de nuestros gobernantes porque, como he comentando en otras ocasiones, o “no tienen ni idea” o nos están “tomando el pelo”; a día de hoy sigo sin tener claro cuál de las dos opciones es peor) que atisban en el horizonte el final de la crisis.
Mi argumento es sencillo. ¿Cuál fue el detonante de la crisis? Aunque algunos parece que ya no lo recuerdan, fueron los llamados “activos tóxicos”. A fecha de hoy todavía no se sabe la cantidad de activos tóxicos que continúan en poder de las entidades financieras. Hasta que no “descontaminemos” el suelo, no podremos comenzar a construir. Y como todavía no sabemos hasta qué profundidad habremos de seguir excavando para extraer residuos tóxicos, creo que es pronto para organizar la fiesta de inauguración del centro comercial.
Algunos hablan de “volver a la normalidad” en 2010. Pero, ¿a qué llamamos “normalidad”? Una cosa tengo clara: lo que muchos consideran “normalidad” no va a regresar; al menos en mucho tiempo. Esa orgía desenfrenada de créditos al consumo, hipotecarios a 50 años para el 120% del valor de una vivienda, leasings, rentings… no regresará en años. Las entidades financieras deberán redefinir el concepto “normalidad”, al igual que las personas, las familias y muchas empresas (como el sector de la automoción)
Ahora bien, no regresar a la “era del desenfreno”, a los tiempos de la “liquidez perpetua” y las “orgías consumistas”, no implica necesariamente caer en una depresión. Ahora que celebramos el bicentenario de Charles Darwin hemos de recordar que la humanidad se adapta a los cambios para sobrevivir, y eso es lo que toca.
Deflación, caída generalizada de precios, paro… lo que se conoce como “depresión”, tampoco lo veo. Eso creo que es algo ya superado (del crack de 1929, del siglo XX). En algún momento la tendencia cambiará; y solo tengo un argumento para defender esta teoría: sigue habiendo pasta a tutiplé. Esta crisis se ha llevado por delante mucho, mucho dinero (basta con leer lo que han perdido los amigos de la lista de Forbes). Pero eso no significa que el dinero haya “desaparecido” o se haya “destruido”. Sigue habiendo mucho dinero. Y el dinero se caracteriza por una serie de cosas: es nervioso e impaciente (no puede estarse quieto); es cauto (y más con la que ha caído); y tiene ganas de marcha (necesita encontrar rentabilidad)
Ese dinero está esperando una señal. Por supuesto que no será la Bolsa (nuestros nietos no sabrán lo que era Wall Street y tendremos que explicárselo contando alguna batallita sobre la pasta que perdimos en su día con acciones de tal empresa….), ni el ladrillo… El dinero está buscando operaciones rápidas y seguras aunque supongan baja rentabilidad (eso de invertir 10 millones en un solar y esperar 5 años para ver como se convierten en 30 millones, con un elevado riesgo…pasa a la historia).
Dinero haberlo haylo, de manera que no vamos a entrar en una depresión apocalíptica. Necesitamos nuevos “conceptos” para definir la que nos viene encima.
Porque sin duda, lo peor está por llegar.
Un PIB en ruinas
Nuestro PIB tiene un problema mayor que la recesión: la desesperación. No hay por dónde agarrarlo. Se han agotado las fuentes de crecimiento, los elementos que han traccionado de su crecimiento en los últimos quince años, y no hay en el horizonte una locomotora que sustituya a esas fuentes de crecimiento
El principal factor que ha contribuido a un favorable crecimiento de nuestra economía durante algo más de una década ha sido la construcción, traccionada fundamentalmente por unos tipos de interés a la baja (boom de la vivienda) y por los fondos de cohesión comunitarios (obra pública). Aquellos fondos estructurales, no solo modernizaron nuestras infraestructuras (autopistas, aeropuertos, líneas de tren de alta velocidad, puertos…) sino que generaron de forma directa 375.000 empleos directos más otros cientos de miles indirectos. Pero con las sucesivas ampliaciones de la Unión Europea, España se convierte en contribuidor neto y aquella fuente de crecimiento se agota.
Por otro lado, la inversión extranjera directa está cayendo. Las empresas multinacionales hace años que dejaron de fijarse en España para centrar sus miradas en los antiguos países del Este y en los tigres asiáticos. De los 36.000 millones de dólares de inversión extranjera directa en 2002 se cayó a solo 10.000 millones en 2004 y en 2007 la cifra no alcanzó los 5.000 millones. Las multinacionales ubicadas en España invierten lo justo para pintar las fachadas de las pocas fábricas que les quedan en la vieja piel de toro y para renovar algún mueble de sus oficinas. La convergencia salarial con los países de la Unión Europea hace que nuestra mano de obra ya no sea económicamente atractiva. Y no es solo que las multinacionales abandonen nuestro país; cada vez son más las empresas españolas que trasladan su actividad productiva a otras latitudes, desde la industria (textil, calzado, automoción, electrodomésticos…) hasta los servicios (ya sean poco cualificados, como los call-center en Perú o cualificados como el diseño y la creatividad publicitaria en Argentina o la programación en India)
Para muchos, la situación no tiene por qué ser tan alarmante, porque, si bien algunos elementos de nuestra economía se ralentizan (producción industrial, construcción…), el principal generador de recursos para nuestro PIB no se agotará (al menos en los próximos mil millones de años): el sol. Afirmativo. Pero no lo es menos que el crecimiento de nuestra principal fuente de ingresos, el turismo, es cuanto menos incierto. En 2008 se volvió a batir el record de turistas que visitaron nuestro país. Pero por otro lado, descendieron un 2% los ingresos (por la presión sobre el precio que ejercen los grandes tour operadores). Nos vistan más…e ingresan menos. Y mientras tanto, los empresarios del sector ven como sus costes se incrementan constantemente: los alimentos, la mano de obra, la energía, los servicios… Durante las últimas décadas España ha sido receptor de millones de turistas que, movidos por los grandes tour operadores, acudían a destinos baratos. Precios y sol fueron los dos grandes argumentos. Pero ahora España ya no tiene unos costes tan bajos. No alterar los precios significa reducir los márgenes. Siguen llegando más turistas que nunca, aumentan los ingresos, pero se reduce la rentabilidad. Además, esta práctica tiene un límite. ¿Qué sucederá cuando no sea posible seguir ofreciendo a los grandes tour operadores y mayoristas unos precios tan competitivos? ¿Cambiarán éstos sus destinos hacia países como Turquía, Túnez, Marruecos, Montenegro, etc.? Si ello llega a suceder, ¿cómo reposicionamos el sector?
Cierto es que muchas de estas cosas se sabían de antemano: que los fondos estructurales no serían eternos; que España dejaría de ser un país con mano de obra barata; etc. Pero, ¿hemos hecho bien los deberes para afrontar esta situación? La economía del ladrillo fue una economía del presente que hipotecó nuestro futuro.
La educación deja mucho que desear (lo muestra desde el informe PISA –con pruebas que sitúan a nuestros adolescentes en el puesto veintitantos del ranking- hasta el prestigio de nuestras Universidades –ninguna entre las 50 mejores de la UE y ninguna entre las 100 mejores del mundo), España es uno de los pocos países occidentales en los cuales la productividad desciende (PIB entre personas que trabajan) mientras vemos como, a pesar de ser la quinta economía de la UE, se ocupa el furgón de cola en I+D (decimocuarta posición) y en inversión de las empresas en TIC en relación al Producto Interior Bruto (decimoquinta posición).
Las consecuencias van a ser graves porque, en contra de lo que algunos piensan, la fiesta no ha hecho más que empezar. La baja productividad de nuestras empresas (un 50% en relación a las estadounidenses y un 15% por debajo de la media de la Unión europea de los 15) nos pasará factura en los próximos años. Otras potencias económicas aguantarán el chaparrón gracias a su presencia en mercados internacionales que crecen (como China e India). El déficit comercial español y el bajo nivel de internacionalización de nuestra economía (en especial de las pequeñas y medianas empresas) impedirá a nuestro país utilizar esa válvula de escape.
Mirando la descomposición de nuestro PIB…me pongo a llorar. No veo nada alentador. La mitad corresponde a sectores muy poco competitivos. Muchos dicen ahora que “necesitamos innovación”. Cuando unos pocos decíamos hace diez años (cuando se decía aquello de “España va bien!”) que España iba mal encaminada y necesitábamos innovación, nos miraban como a extraterrestres (“las cosas van muy, muy bien…y nada parece indicar que puedan ir a peor”…me llegó a decir enojado un asistente a una de mis conferencias)
La capacidad de reacción del Gobierno está siendo peor que nula: perjudicial. Porque cuando uno no hace nada ya que no sabe qué hacer, al menos es consciente de que la pasividad agravará el problema. Pero cuando uno hace algo absolutamente inútil creyendo que con ello mejorará la situación, no solo está impidiendo que el problema se resuelva, sino que ignora la realidad y la situación se agrava sin ser consciente de ello. El “Plan E” ha demostrado ser lo que muchos pensaban cuando se presentó: Estúpido.
Yo soy el primero que digo que más vale un mal Plan que no tener ningún Plan. Pero el problema es que el “Plan E” no es ni tan siquiera un mal plan… No es nada.
Cuando hablamos de planes estamos hablando de reformas estructurales (y poner a miles de personas a cavar zanjas no es una reforma) para evitar que nuestro país se “japonice” (nuestro PIB comience a desangrarse a lo bestia).
1. Tenemos que abordar una profunda remodelación del mercado laboral
Por ahora solo los “políticamente incorrectos” nos atrevemos a decirlo: hay que flexibilizar el despido. No digo abaratarlo…sino flexibilizarlo, porque únicamente abaratarlo no es suficiente. Cuando hablo de “flexibilizarlo” hablo de facilitar los trámites, eliminar el proceso de estigmatización social que se genera en torno a una empresa o empresario que despide, etc. Ver el despido como algo normal en una economía de libre mercado normal. Al margen por supuesto de reducir drásticamente las indemnizaciones.
Sin esa flexibilización muchas empresa van a morir. Hay empresa que necesitan despedir hoy al 10% de la plantilla por la reducción de sus ventas o pedidos (un hecho constatable!) y no pueden hacerlo porque no disponen de liquidez para las indemnizaciones y consecuentemente su situación se agrava –no están “entre la espada y la pared” sino entre “dos espadas” que aprietan cada vez más y desangran a las empresas: por un lado no llegan las ingresos y por otro no pueden reducir los coste laborales- lo que está abocando a la quiebra a miles de empresa.
Un país con millones de parados es una desgracia. Pero puede haber algo mucho peor: un país con millones de parados y sin empresas que puedan ofrecerles un empleo a corto plazo. El gobierno y los sindicatos se afanan en proteger a los trabajadores (rectifico…en el caso de los sindicatos solo a los trabajadores con trabajo), cuando lo que hay que proteger son los trabajos, es decir, las empresas.
En España hay 3 millones de PYMES de menos de 50 trabajadores. Si todas ellas pudieran contratar a una persona, se acabaría con el paro. Si por el contrario dejamos morir al 10% de esas empresas tendremos otros 3 millones más parados…. ¡Este país necesita medidas para salvar las empresas! Comenzando por las reducciones de las cotizaciones de la seguridad social. El servicio de estudios del BBVA propone bajar en 3,5 puntos las cotizaciones sociales a las empresas (aunque también propone subir en dos puntos el Impuesto sobre el Valor Añadido para que la medida sea "neutral" en términos de recaudación, ya que la subida del IVA compensaría la bajada de las cotizaciones -no disminuirían los ingresos tributarios en una año con déficit brutal- y, según el BBVA, se crearían 280.000 puestos de trabajo y se aportaría medio punto al crecimiento del PIB)
Como decía en otro post, una subida del IVA al 18% no es la mejor idea para estimular un consumo que decrece a marchas forzadas (y este considero que es uno de los principales elementos sobre los que hemos de incidir: que la gente consuma). De poco sirve que la gente trabaje, si no consume (pero claro, es una recomendación de un banco: siempre pueden hacer imposiciones a renta fija).
Algunos dicen que bajar los impuestos a las empresas y flexibilizar los despidos no genera empleo. Claro que no. De otra forma el problema del paro se resolvía con un par de decretos. Bajar impuestos no crea empleos. Pero puede permitir que muchas empresas sobrevivan; y sin empresas que sobrevivan no habrá más empleo, sino mucho más paro.
Existe una gran demagogia entorno a todo esto; cuando se habla de flexibilizar el despido, reducir impuestos a las empresas, etc. son muchos los que saltan al cuello aludiendo a Botín, la CEOE, Amancio Ortega… diciendo que eso solo sirve para hacer ricos a los “empresarios”… Mucha gente tiene una idea equivocada del concepto “empresario”. Los Botines, Boludas, Florentinos, Pozeros… se pueden contar con los dedos de unas pocas manos. Pero existen en este país millones de pequeños EMPRESARIOS (con mayúsculas) a los que se les está estrangulando desde la banca, el Gobierno y la demagogia.
De todas formas…quiero recordar una cosa: estamos ante la mayor crisis de la historia reciente. Salvar las empresas no es un capricho…sino una imperiosa necesidad, si no queremos seguir cayendo hasta un profundo abismo. Si no salvamos a nuestras empresas España se va a caer de la lista de países desarrollados y dentro de cuatro o cinco años nos compararemos con el “segundo mundo” (no con países como Somalia pero si con Argentina, Perú, Ecuador, Indonesia…)
Si protegemos en exceso a los trabajadores estaremos condenando a los parados. Aunque resulte paradójico, en la situación de excepcionalidad en la que vivimos solo desprotegiendo a los trabajadores estaremos protegiendo el empleo. Son muchos los que hablan de conquistas sociales irrenunciables… pero en ocasiones la única posibilidad de superar un obstáculo pasa por dar unos pasos hacia atrás…para poder impulsarnos hacia adelante.
Por otro lado, el grave problema de productividad de las empresas españolas no se resuelve únicamente a base de reducir costes salariales. Se ha de trabajar a fondo en materia de innovación…y como bien saben quiénes me siguen…la innovación pasa por las personas. Solo las organizaciones que atraigan, fidelicen y utilicen el talento de las personas, podrán evolucionar de forma significativa. Es una paradoja hablar de flexibilizar el despido y fidelizar el talento, pero no una contradicción: ambas cuestiones son necesarias…porque solo yendo en una de esas direcciones (reduciendo costes o incrementando el valor) se mejora la productividad.
Es difícil involucrar a las personas siendo el país de la UE con mayor porcentaje de trabajadores temporales (superior al 30%, frente a una media en torno al 15% en la UE). Pero esto es así por las consecuencias de las elevadas indemnizaciones para los contratos fijos que han “segmentado” el mercado de trabajo en “fijos” y “temporales
2. Reducir los salarios
Nuestros salarios son de Disneylandia: una fantasía irreal si los analizamos en relación a la productividad.
Los costes salariales españoles son demasiado elevados en comparación con los europeos al analizar la productividad de nuestras empresas. La gente conduce coches alemanes, cobra como trabajadores alemanes…y produce como trabajadores checos. Trabajadores que conducen un BMW y empresas cuya productividad es tan baja nos llevan a la ruina. Nuestros trabajadores han de conducir Skodas porque nuestras empresas no son tan competitivas como las alemanas. Necesitamos urgentemente aumentar la productividad para poder mantener los salarios o, de lo contrario, actualizarlos (congelarlos como pretende Volkswagen para salvar la factoría de Seat en Barcelona o incluso reducirlos; muchas PYMES no sobrevivirán si no reducen un 15% sus salarios…ya que a corto plazo no van a ser capaces de mejorar su productividad optimizando procesos)
El problema es que nos hemos acostumbrado al BMW, la tele de 47 pulgadas y varias vacaciones al año (para esquiar en navidades, playita en verano y escapaditas a hoteles con encanto entre ambas). Solo reconociendo entre todos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades abordaremos este necesario reajuste sin tensiones ni sobresaltos.
Porque aún no he hablado de ello… ya que seguro tendré que dedicar otro artículo en un futuro no muy lejano… La tensión social no solo se masca en el ambiente…sino que nos viene encima de forma imparable.
Sin medidas estructurales no se va a solucionar la crisis española (nuestra particular crisis)…aún solucionándose la crisis global. Y como la solución de la segunda tampoco está claro sea inminente…blanco y en botella…leche! Nada parece indicar que podamos evitar los 5 millones de parados, un déficit cercano al 10%... y que no se puedan pagar subsididos por desempleo, etc. Si no hacemos nada para evitarlo (si no tomamos medidas estructurales ya) el problema se agravará y dentro de unos meses (otoño de 2009) tendremos serios conflictos sociales en las calles: huelgas generales, manifestaciones, etc.
3. Redefinir el Estado de las Autonomías
Otra de las cuestiones en las que muchos no quieren meterse porque sin duda es un berenjenal de tres al cuarto. Pero el Estado de las Autonomías agrava la crisis.
Hace poco hemos visto a los policías manifestándose por las calles de Madrid (de forma pacífica…porque de otra manera hubiese resultado curioso ver como se autodisuelven a ellos mismos) exigiendo equiparar sus sueldo a los de otros policías. Y es que en ningún otro país del mundo existen tantos cuerpos de policía por ciudadano como en el nuestro: Mossos, Ertzainas, Nacionales, Guardia Civil, Forales, Miñones…por no hablar de los municipales de cada localidad…sea grande o pequeña. Al margen de la duplicación de funciones en muchos estamentos, todos quieren cobrar como el que más cobra…sean funcionarios de justicia, policías, médicos…
También en estos días asistimos a otro conflicto, en este caso relacionado con la Ley del Aborto. Los políticos esgrimen un argumento cuando hablan de la necesidad de modificar dicha Ley: fue creada hace tantos años…que es necesaria una actualización para adaptarla a los nuevos tiempos. ¿Y qué sucede con el Estado de las Autonomías plasmado en la Constitución Española en la noche de los tiempos? Muchos de los lectores de este artículo no habían nacido. Se perfiló en la era en la cual las películas de Esteso y Pajares arrasaban en las taquillas (las “Autonosuyas”)
Simplificando mucho (no soy para nada experto en la materia…vamos…que no tengo ni idea y no quiero meter la pata más de lo que lo hago habitualmente) el Estado de las Autonomías fue una canalización de la pluralidad étnico-lingüistica de este país, de los diferentes derechos históricos que fueron abolidos a lo largo del siglo XX y de las diferentes sensibilidades nacionalistas. Bonito si, pero de práctico nada. Cuando hay un accidente de tráfico en la “frontera” entre dos Comunidades Autónomas los conductores de la ambulancia se hacen un lio para decidir hacia qué hospital se dirigen (en ocasiones tienen que recorrer más kilómetros para trasladar a los heridos “dentro” de la Comunidad). Hay Comunidades que denuncian a otras ante los Tribunales por sus políticas fiscales (incluso compañeros de un mismo partido que defienden cada uno los intereses de sus propia Comunidad). Hay un Cristo montado con la financiación de muchas de esas Autonomías. Un follón de tres narices con el tema del agua… Y todo ello en un país de 45 millones de personas con 17 Autonomías. Hombre…en Estados Unidos se comprende un federalismo tal (California tiene casi tantos habitantes como España y varios Estados mayor superficie que nuestro pequeño país). Hemos creado los Estados Desunidos de Iberia.
No es una cuestión política, sino económica. Hay empresas Norteamericanas que han desestimado instalarse en España porque no es un país, sino 17. Por poner un ejemplo, una empresa con la que trabajo, dedicada a reciclar residuos industriales, si tiene un pico de actividad en Navarra y camiones y personas paradas en Alava no puede destinarlos a resolver el pico de demanda en la otra Comunidad porque no tiene permisos o porque sus trabajadores desconocen los procesos en la misma (ya que cada Comunidad tiene su propio reglamento). Lo hemos visto con el problema cinegético de Bermejo…que estaba cazando con licencia de Castilla la Mancha en Andalucía y como se había dejado el GPS en casa…. Parece una coña…pero de la misma manera que un cazador necesita 17 licencias para cazar o pescar en este pequeño país…algo similar les sucede a muchas empresas.
Pero lo que sería simplemente una anécdota adquiere tintes de complejo problema cuando llegan las épocas de vacas flacas. Con un déficit de órdago no tardarán en llegar los problemas para la financiación de tantos millones de funcionarios en tantas administraciones duplicadas. En algunos casos, no solo es un engorro para el ciudadano (o un problema gravísimo como hemos visto en el caso de la justicia…con la gran “desconexión” entre juzgados) que ve como su expediente médico no es accesible desde el ordenador del ambulatorio de Murcia…donde estaba de vacaciones…porque el sistema informático de su Comunidad es diferente…(en algunos casos….todos los sistemas son diferentes en todas las Comunidades) sino un grave problema de despilfarro.
Estos días hemos visto como el problema de la financiación de las Autonomías está llevando a muchas empresas a la quiebra: algunas llevan hasta dos años de retraso en los pagos a pequeñas y medianas empresas. Y lo peor no es que no hayan pagado…sino que a partir de ahora va a resultar más difícil que puedan pagar.
Este es un país que siempre agarra el rábano por las hojas. Llenamos páginas de periódicos y horas de tertulia hablando del buga de Touriño…pero…¿sabe alguien a cuantas unidades asciende el parque automovilístico de todas las Autonomías juntas? Los coches de los presidentes (los tiquet del Taxi de Revilla), de los consejeros…de los diputados forales… ¡Cuanto dinero se nos va por el desagüe autonómico! Sobre todo ahora…que lo necesitamos más que nunca. Por eso, dejar en suspenso determinadas competencias, no creo que sea una idea demasiado alocada.
4. Redefinir el tiempo y el espacio
Para consumir tenemos que tener dinero; para tener dinero tenemos que trabajar; pero trabajamos tanto que no tenemos tiempo para consumir.
Una medida digna de analizar sería la de la reducción de las jornadas laborables. La gente podría trabajar a media jornada…así dedicaría la otra media a muchas otras cosas…entre ellas a consumir. O podríamos reducir la semana laborable a cuatro días. Si a la gente le das más tiempo para estar fuera de su trabajo… termina por consumir.
Otra medida que podemos implantar es la libertad de horarios comerciales; sobre todo los domingos y festivos. Es patético ver a miles de personas en un Centro Comercial un domingo lluvioso…con todas las tiendas cerradas; a la gente hay que darle más oportunidades para consumir. Porque necesitamos urgentemente que la gente consuma.
Libertad temporal y mucha más movilidad espacial. Resulta patético comprobar lo inmóviles que somos los ciudadanos de este país (¡yo el primero! Nací en Bilbao, fui al colegio en Bilbao, estudié mi carrera en Bilbao, trabajo en Bilbao, me casé en bilbao, mis hijos han nacido en Bilbao...) Tenemos escasa predisposición a movernos hacia donde se encuentran las oportunidades. Es un factor cultural y económico (desarrollo de un mercado de alquiler de viviendas, viviendas sociales que favorezcan la movilidad geográfica de los trabajadores, etc.)
lunes, marzo 02, 2009
Crisis de ideas
La verdadera crisis es la crisis de ideas; y esa crisis nos conduce a la competición destructiva.
Hace un año se hablaba de desaceleración, de fases bajistas del ciclo y de otros rebuscados eufemismos con los que intentábamos evitar la cruda realidad: la economía española ha entrado en una de las peores crisis de nuestra historia reciente, por causa de la combinación letal de una burbuja inmobiliaria local y la mayor crisis bancaria internacional que se recuerda. En los últimos meses hemos asistido al prolegómeno de lo que nos espera: la situación más difícil que hayan tenido que afrontar la mayoría de nuestras empresas. Una crisis que ya está condicionando el presente de muchas de ellas y que condicionará el futuro de todos.
Muchas de las pequeñas y medianas empresas que nos rodean han nacido y se han desarrollado en el favorable entorno de un ciclo económico positivo. Ninguna de estas empresas que tienen menos de quince años de vida sabe los que es superar una crisis. Ahora es otro el sentido de los vientos. Con una competitividad por los suelos, las fuentes tradicionales de crecimiento agotadas, un país demasiado endeudado, un déficit que ha venido a remplazar al superávit y una tasa de paro creciente, nuestras empresas se enfrentan a un escenario complejo y para la mayor parte de ellas desconocido.
Los escenarios correspondientes a las fases alcistas de la economía (crece el consumo, crece el PIB, crecen los índices de confianza, etc.) se caracterizan por un relajamiento de la imaginación empresarial. Como hay mercado para todos, la necesidad no aprieta. Desafortunadamente, en muchos sectores la creatividad brilla por su ausencia. Las empresas se copian unas a otras. Como resultado, el consumidor se encuentra ante una oferta de productos y servicios demasiado homogénea. Ese “aletargamiento” complaciente derivado de las épocas de bonanza (las ventas crecen solas) ha inutilizado la imaginación, deshabilitado la innovación y restringido la creatividad. ¿Qué va a suceder con nuestras empresas?
Por el momento muchas de ellas han optado por bajar precios y permanecer pertrechados hasta que las ventas vuelvan a reactivarse. Caen así en la trampa que nos conduce a la “competición destructiva” de la que hablaba en el libro “Innovación, el último clavo ardiendo”; la homogeneización de la oferta desata las guerras de precios, se reducen los márgenes, la presión sobre el precio se traslada a los costes, se reducen los costes a costa de reducir la calidad (peores materias primas, menos controles, personal más “barato”…).
Un ejemplo de esta peligrosa tendencia que además pone a la luz las deficiencias de nuestras empresas (la ausencia de diferenciación, creatividad, innovación, valor…) lo tenemos en las grandes superficies. ¿Cómo responden a la crisis? Con la “creatividad” puesta al servicio de la “competición destructiva”: Tres por el precio de dos, descuentos de hasta el 40% por la compra de más de tres o cuatro unidades, rebajas del 20%, 30% e incluso el 40% en determinados productos de alimentación de primera necesidad... En un intento desesperado de impulsar sus ventas, amenazadas en los últimos meses por el desplome de consumo, supermercados e hipermercados se han lanzado a una agresiva política de bajadas de precios.
Mercadona fue la primera en anunciar que iba a retirar 800 referencias, tanto de marca líder como de marca blanca, para reducir el coste total del carro de la compra. El Corte Inglés se ha visto obligado a lanzar su propia marca blanca low cost: Aliada. Eroski, coincidiendo con la celebración del 40 aniversario del grupo ha lanzado una gran promoción con descuentos del 40% en un gran número de productos. E incluso se llega a ese feo cuerpo a cuerpo que constituye la publicidad comparativa: en la foto vemos un panel a la entrada de un Carrefour con el lema: 'Somos más baratos que Mercadona'
La Agencia Andaluza de la Competencia denuncia a Carrefour y Dia –del mismo grupo– por vender aceite de oliva de su marca blanca por debajo de coste. Ls estrategia de estos distribuidores es lanzar ofertas “reclamo” con productos clave como el aceite, la lechem los yogures o el arroz (en la actualidad tienen un pack de cuatro unidades de yogur por sólo 50 céntimos) para atraer a los clientes.
Hace un año se hablaba de desaceleración, de fases bajistas del ciclo y de otros rebuscados eufemismos con los que intentábamos evitar la cruda realidad: la economía española ha entrado en una de las peores crisis de nuestra historia reciente, por causa de la combinación letal de una burbuja inmobiliaria local y la mayor crisis bancaria internacional que se recuerda. En los últimos meses hemos asistido al prolegómeno de lo que nos espera: la situación más difícil que hayan tenido que afrontar la mayoría de nuestras empresas. Una crisis que ya está condicionando el presente de muchas de ellas y que condicionará el futuro de todos.
Muchas de las pequeñas y medianas empresas que nos rodean han nacido y se han desarrollado en el favorable entorno de un ciclo económico positivo. Ninguna de estas empresas que tienen menos de quince años de vida sabe los que es superar una crisis. Ahora es otro el sentido de los vientos. Con una competitividad por los suelos, las fuentes tradicionales de crecimiento agotadas, un país demasiado endeudado, un déficit que ha venido a remplazar al superávit y una tasa de paro creciente, nuestras empresas se enfrentan a un escenario complejo y para la mayor parte de ellas desconocido.
Los escenarios correspondientes a las fases alcistas de la economía (crece el consumo, crece el PIB, crecen los índices de confianza, etc.) se caracterizan por un relajamiento de la imaginación empresarial. Como hay mercado para todos, la necesidad no aprieta. Desafortunadamente, en muchos sectores la creatividad brilla por su ausencia. Las empresas se copian unas a otras. Como resultado, el consumidor se encuentra ante una oferta de productos y servicios demasiado homogénea. Ese “aletargamiento” complaciente derivado de las épocas de bonanza (las ventas crecen solas) ha inutilizado la imaginación, deshabilitado la innovación y restringido la creatividad. ¿Qué va a suceder con nuestras empresas?
Por el momento muchas de ellas han optado por bajar precios y permanecer pertrechados hasta que las ventas vuelvan a reactivarse. Caen así en la trampa que nos conduce a la “competición destructiva” de la que hablaba en el libro “Innovación, el último clavo ardiendo”; la homogeneización de la oferta desata las guerras de precios, se reducen los márgenes, la presión sobre el precio se traslada a los costes, se reducen los costes a costa de reducir la calidad (peores materias primas, menos controles, personal más “barato”…).
Un ejemplo de esta peligrosa tendencia que además pone a la luz las deficiencias de nuestras empresas (la ausencia de diferenciación, creatividad, innovación, valor…) lo tenemos en las grandes superficies. ¿Cómo responden a la crisis? Con la “creatividad” puesta al servicio de la “competición destructiva”: Tres por el precio de dos, descuentos de hasta el 40% por la compra de más de tres o cuatro unidades, rebajas del 20%, 30% e incluso el 40% en determinados productos de alimentación de primera necesidad... En un intento desesperado de impulsar sus ventas, amenazadas en los últimos meses por el desplome de consumo, supermercados e hipermercados se han lanzado a una agresiva política de bajadas de precios.
Mercadona fue la primera en anunciar que iba a retirar 800 referencias, tanto de marca líder como de marca blanca, para reducir el coste total del carro de la compra. El Corte Inglés se ha visto obligado a lanzar su propia marca blanca low cost: Aliada. Eroski, coincidiendo con la celebración del 40 aniversario del grupo ha lanzado una gran promoción con descuentos del 40% en un gran número de productos. E incluso se llega a ese feo cuerpo a cuerpo que constituye la publicidad comparativa: en la foto vemos un panel a la entrada de un Carrefour con el lema: 'Somos más baratos que Mercadona'
La Agencia Andaluza de la Competencia denuncia a Carrefour y Dia –del mismo grupo– por vender aceite de oliva de su marca blanca por debajo de coste. Ls estrategia de estos distribuidores es lanzar ofertas “reclamo” con productos clave como el aceite, la lechem los yogures o el arroz (en la actualidad tienen un pack de cuatro unidades de yogur por sólo 50 céntimos) para atraer a los clientes.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)