lunes, marzo 13, 2006

¿Ocupados o Preocupados?

El interesante comentario de Unai Urresti desde Silicon Valley me ha recordado otro interesante artículo aparecido en el Business Week hace ahora dos años: la eficiencia tiene un precio.

La economía americana no va mal. Pero, a pesar de los espectaculares incrementos de productividad en Estados Unidos no se está creando empleo. La deslocalización del trabajo (cuyo elemento dinamizador sin duda han sido las TIC e Internet) hace que las empresas norteamericanas “exporten” empleo a otros países, en especial a China e India. Un estudio de University of California at Berkeley indica que hasta un 11% de la población empleada en los Estados Unidos es “vulnerable” a esta deslocalización. Aunque la realidad demuestra que sólo 300.000 de los 2,7 millones de empleos perdidos durante los últimos tres años en el país se deben a la deslocalización (Forrester Research). Por lo tanto, ¿por qué no crece el empleo en esta economía tan boyante?. Una teoría al respecto la podemos encontrar en el artículo referido de Business Week (“The price of efficiency”, 22/03/04.). Se afirma que quizás la principal causa de la poca creación de empleo actual en Estados Unidos sea que la economía norteamericana se esté haciendo demasiado eficiente como para que requiera más empleados para hacer lo mismo o para hacer más. Es una economía más productiva con menos gente. Para demostrarlo, dan una cifra crítica: “un uno por ciento de incremento de la productividad anual en el conjunto de la economía representa la pérdida de 1,3 millones de empleos”.Mientras que el capital humano no ha parado de crecer en costes, el capital tecnológico hace cada vez más por menos.

¿Hacia donde vamos? El artículo de Unai Urresti no ha llegado a quitarme el sueño este fin de semana; pero casi (he pensado muchas horas en él). En Estados Unidos a pesar de que la productividad ha subido a niveles record el trabajador medio gana menos ahora que hace cinco años ajustada la inflación. Y como dice Unai, es la primera en la historia que esto sucede. Y lo peor es que este fenómeno no tiene pinta de cambiar. Las clases medias lo van a pasar canutas.

Me alegra comprobar que Unai reafirma una de mis teorías: mucha gente ignora el problema que se nos viene encima diciendo que nada va a cambiar; que los chinos y los indios harán el trabajo de poco valor añadido mientras que las clases medias occidentales (los trabajadores del conocimiento) nos encargaríamos de los que produce valor: el diseño, el marketing… Que la educación y el conocimiento es nuestro futuro. Pero los chinos no son tontos; saben que si a su mano de obra barata le suman elementos que generan valor, el resultado puede ser mortal para occidente; un ejemplo: la compra de IBM; suman su capacidad para fabricar barato con el posicionamiento de la marca en todo el mundo. Otro ejemplo: lo que comenta Unai sobre las zapatillas de deporte chinas y su lanzamiento mundial coincidiendo con esa campaña espectacular de imagen que serán las Olimpiadas (si lo peor que hemos hecho los occidentales es concederles los Juegos Olímpicos de 2008, ¡les hemos puesto a huevo el mejor escaparate para potenciar su imagen de marca y sus productos! –como sucedió con Corea tras los JJOO de Seúl…¿o ya no nos acordamos del efecto Barcelona 92?)

Olimpiadas del 2008; compra de marcas occidentales bien posicionadas (IBM , Siemens Mobile…) o de canales de distribución; formación (150.000 estudiantes chinos en las Universidades norteamericanas)…. Una amenaza, fundamentalmente para las clases medias occidentales, columna vertebral de nuestras economías.

Otra reflexión: muchos aún no se han enterado. Mis conferencias están llenas de personas que me llaman exagerado. Dicen que las cosas no van tan mal como algunos queremos pintarlas. Que el fenómeno les ocupa pero no les preocupa. ¿Por qué piensan sí?

En su mayoría son ejecutivos de empresas de nuestro entorno; el núcleo de esa clase media. Opinan que las personas que hablamos de estas nuevas amenazas somos unos exagerados. Total, las cosas les van muy bien (a ellos). Acaba la conferencia y conectan su teléfono móvil NOKIA de última generación (comprado por la empresa gracias al programa “de puntos”); salen a la calle y arrancan su flamante BMW (de “renting”) para desplazarse a su casa (o más bien a la casa en la que viven…porque de momento es más del banco que suya…hasta dentro de 25 años, cuando venza el último plazo del hipotecario) , decidir con su pareja cual será definitivamente el hotel de cinco estrellas donde pasarán sus vacaciones de semana santa (pagadas con la tarjeta Halcón en seis meses) y ver un poco la tele (TFT de 32” comprada a plazos en el Mediamark)

¡Las clases medias viven en Disneylandia! Las cosas no van bien; el poder adquisitivo no crece; parece que crece porque vivimos rodeados de más bienes materiales que nunca…¡pero es a costa de vivir endeudados! En los tiempos de Roma era pan y circo; ¡hoy es fútbol, reality shows y microcréditos!

¿El futuro? En occidente la desigualdad entre ricos y pobres seguirá creciendo. Las personas que han sido mano de obra poco cualificada perderán poco a poco sus puestos de trabajo; muchas empresas ganarán más dinero que nunca al reducir sus costes gracias a la deslocalización; los accionistas que sepan identificar estas empresas ganarán mucho dinero; otras muchas empresas (que no tienen producto propio, ni patentes, ni know.how, que se han limitado a ser “subcoctratadas” –y aquí tenemos miles-) cerrarán sus puertas y muchos de esos ejecutivos se quedarán sin BMW y tendrán que vender su casa porque no pueden hacer frente a las cuotas de un hipotecario cuyos tipos de interés suben y suben…

Tendremos empresas que ganarán más dinero que nunca y más paro que durante la crisis del petróleo. Productividad, buenos dividendos para los accionistas y desempleo brutal. ¿Quién aguanta esto? (Unai recordaba a Marx: el capitalismo se colapsará cuando los trabajadores dejen de tener el poder adquisitivo para poder comprar los productos que ellos mismo fabrican). Los gobiernos reaccionarán con medidas proteccionistas (¿viejas medidas para nuevos problemas?; el caso es que no conocen otras…) que estimularán la xenofobia (si el proteccionismo se entiende como protegernos de lo que viene de fuera…¿cómo separar productos, servicios y personas).

Añadamos al cocktail otro ingrediente: el problema de los recursos energéticos. Los trabajadores chinos evolucionan; ya no se conforman con un plato de arroz; hoy son 100 dólares mensuales; mañana serán 200; y pronto exigirán su propio vehículo (como la España de los 60 y el 600 para los trabajadores o el Volkswagen de Hitler para el pueblo)…Conclusión: barril de petróleo a 100 dólares antes de lo que muchos piensan.

Yo no creo en los mensajes apocalípticos; ni en el Niall Ferguson y sus teorías para una tercera Guerra Mundial ni en los argumentos bolcheviques (destruir la sociedad para crear una nueva desde las cenizas). No tenemos que destruir; no tenemos que exigir una revolución; ¿la receta?; ¡Quién la conoce!; Yo solo pongo un ingrediente (recordando el nombre y el espíritu de este blog): seamos evolucionarios.

No es cuestión de destruir y construir; no es cuestión de permanecer a la espera; hemos de reaccionar, movemos, avanzar, explorar, innovar, inventar, imaginar, soñar….evolucionar para conseguir un siglo XXI inolvidable. Es el Siglo que nos ha tocado vivir; no tendremos otra oportunidad y yo no pienso desaprovecharla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quizas las amenazas que ahora vemos son carnavalescas, problemas disfrazados en ciscunstancias con caretas.En generaciones anteriores, las amenazas eran otras y las circunstancias tambien. Una de las premisas en economia son los ciclos economicos, que como su nombre indica se repiten, y no por ello no resucitamos y hasta con más ánimo y coraje. Lógicamente como indicas, Enrique , para que unos ganen otros pierden. Lucharemos para estar en el grupo de los ganadores. Hoy son chinos, indios y marroquies... mañana...
De todos modos, tampoco estamos tan mal. Siempre atentos, pero que nos quiten lo "bailao"